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El paréntesis democrático paraguayo

Columnista invitado EE
26 de abril de 2013 - 11:00 p. m.

La última elección en Paraguay demuestra que la polarización en América Latina ha pauperizado el debate político y evidencia retrocesos en materia del Estado de derecho.

La abrupta salida de Fernando Lugo significó en su momento que, a pesar de los esfuerzos en el plano latinoamericano por defender la democracia y la constitucionalidad, la democracia aún enfrenta amenazas serias.

Diversas organizaciones del hemisferio vienen trabajando en la promoción y defensa de la democracia. En particular la OEA lo ha hecho con pertinencia en algunos casos y desatino en otros. A través de los mecanismos contemplados en la Resolución 1080, el Protocolo de Washington y la Carta Interamericana Democrática se buscó proteger la democracia contra aquellas amenazas sutiles que, a diferencia del golpismo militar, fenómeno fácilmente identificable, debilitaban el Estado de derecho.

El antecesor legítimo del actual presidente fue depuesto mediante un proceso cuya legalidad aún es debatible y que muestra con evidencia la importancia de la región para promover cambios cuando el orden constitucional se interrumpe de manera ilegítima como en Paraguay. A pesar del aislamiento al que se sometió el gobierno de Federico Franco en el seno de Mercosur y de la Unasur, éste pudo continuar hasta las elecciones pasadas. Algo similar había ocurrido en Honduras cuando la región en pleno reclamó por el golpe de estado contra Manuel Zelaya y luego de pasadas las elecciones los distintos estados fueron reconociendo y legitimando un golpe violatorio del Estado de derecho. Lo que es peor, Colombia y Venezuela participaron de la “reconciliación hondureña” entre Zelaya y el actual presidente Porfirio Lobo. El arreglo al que se llegó consistió en que el mandatario negoció que los delitos por los que se perseguía a Zelaya en Honduras prescribieran. Una figura similar le permitió a Daniel Ortega llegar hace algunos años a la presidencia con un acuerdo de ese tipo con el expresidente Arnoldo Alemán.

Los retos de Cartes, el nuevo presidente paraguayo, con estos antecedentes, son de una envergadura mayor. Ha anunciado la necesidad de reintegrar a Paraguay al sistema regional y hemisférico. Una señal positiva luego del paréntesis democrático de Federico Franco. Dicho paréntesis debe servir de antecedente para que en la región no se siga reproduciendo una peligrosa tendencia que ha debilitado la democracia. Para fortuna de una democracia diversa, a la versión representativa de la democracia defendida por la OEA le ha surgido como alternativa otra noción que enfatiza en lo participativo y consiste en aquella que preconiza la Unasur. Los desaciertos de la OEA, debidos en buena medida a sus limitaciones, le han facilitado el camino a la Unasur, que con las últimas crisis políticas ha ganado visibilidad y efectividad. Señales de optimismo para la democracia. Paraguay será en adelante una prueba para muchos.

 

* Mauricio Jaramillo Jassir

 

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