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El Parque de los Novios

Adolfo Meisel Roca
28 de octubre de 2011 - 11:00 p. m.

Me parece que el lugar emblemático de la reciente renovación y revitalización urbana que ha tenido el centro histórico de Santa Marta es el Parque de los Novios.

Desde su readecuación, hace un par de años, se ha convertido en espacio de recreación para los samarios y los turistas que llegan a la ciudad. En el marco de este parque se han ubicado múltiples restaurantes, lo cual le confiere un ambiente muy agradable. Por ejemplo, hay un restaurante italiano, con mesas sobre el parque, en donde la pizza hecha en horno de leña es una delicia.

La recuperación del centro histórico es un hecho evidente. La peatonalización de algunas vías, la restauración del parque donde se encuentra la estatua de Simón Bolívar, la aparición de bellísimos hoteles boutique y la apertura de excelentes restaurantes especializados en diferentes cocinas del mundo le permiten al turista escapar del ambiente de ron, vallenato, pollo frito y playa congestionada que caracteriza al Rodadero.

Muchas cosas buenas están pasando en Santa Marta, pero lástima que al mismo tiempo que se presentan estos hechos esperanzadores lo hagan también algunas afrentas contra su privilegiado entorno natural. En primera instancia, hay que mencionar el adefesio que fracturó su hermosa bahía, una marina para yates hecha en piedras grises, que parece un parche en medio del mar y recorta la amplia panorámica que ésta ofrecía en el pasado. Peor aún, los locales se quejan de que por culpa de esa marina se ha erosionado la playa, que ahora está reducida a una franja mínima. En algunas ciudades europeas construyen marinas en los puertos con estructuras de madera que tienen la ventaja de que no afectan las corrientes marinas, y son desmontables fácilmente si en un futuro se quisiera quitarlas.

Si algún atractivo ecológico tiene Santa Marta para los colombianos y los turistas que vienen del exterior, es el Parque Tayrona. En pocos sitios puede uno disfrutar un ambiente de playas, ensenadas, cerros, restos de ciudades prehispánicas, bosques secos tropicales, con un alto grado de conservación y acceso para todos. Un patrimonio que no podemos dilapidar por el afán de un modelo de desarrollo turístico mal enfocado en donde predominaría el cemento, si se hubiera aceptado que en ese sitio, que es de todos nosotros, se construyeran grandes hoteles.

Ya las playas de Santa Marta muestran los estragos de la exportación de carbón con métodos poco ecológicos, como los que utilizan las empresas que exportan por los muelles de Ciénaga. Allí se cargan diariamente grandes cantidades de barcazas, que en muchas ocasiones han naufragado, dañando las playas vecinas de Santa Marta en el sector del aeropuerto y Bello Horizonte.

Santa Marta está en una coyuntura muy positiva para su despegue como un importante destino turístico nacional e internacional. Pero sus habitantes deben escoger si lo que quieren es un modelo donde se mejore la calidad de vida de los locales y a la vez se le brinde un entorno amable a los turistas, o un modelo que destruya el medio ambiente y el paisaje. Me parece que la experiencia del Parque de los Novios es un ejemplo de lo primero, y que la marina de la bahía es un ejemplo de lo segundo.

 

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