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El patrimonio natural colombiano (I)

Julio Carrizosa Umaña
19 de agosto de 2014 - 03:00 a. m.

Una de las discusiones actuales entre economistas y ambientalistas tiene que ver con la sostenibilidad de la estructura física, química y biológica de nuestro territorio, o sea de lo que podríamos llamar nuestro patrimonio natural.

Se trata de una discusión extremadamente difícil por las diferencias entre los conceptos y los modelos que guían actualmente en Colombia ambos pensamientos. En esta columna y en la siguiente trataré de analizar algunas de estas diferencias con el objetivo, un poco ingenuo, de facilitar el dialogo en estos momentos difíciles.

Una primera está relacionada con la inclusión del medio físico, el patrimonio natural, en los modelos construidos desde la economía, la segunda con la identificación de los objetivos que moldean el comportamiento de los seres humanos, la tercera con el auge del concepto de “desarrollo” y la cuarta con el significado de la palabra “sostenibilidad”. Algunas de estas diferencias ya están zanjadas en medios económicos avanzados, pero todavía persisten en los enfrentamientos públicos, en las columnas de algunos economistas colombianos y en documentos que se usan en el Gobierno para sustentar políticas que afectan el territorio.

Podría alegarse que la inclusión del medio físico en los modelos económicos fue autorizada por Ricardo, el gran pensador clásico, cuando sugirió que la producción era el resultado de tres factores: capital, trabajo y tierra. De hecho la tierra, como representación del tercer factor, todavía aparece en trabajos de algunos economistas agrarios disidentes, pero en esas aproximaciones casi nunca se ha tenido en cuenta el resto del patrimonio: el clima, los minerales, la orografía, las aguas superficiales y subterráneas, la vegetación, la fauna, lo que se ha venido llamando el geoecosistema. Cuando los econometristas trataron de calcular el producto esas dificultades de definición conceptual y matemática del tercer factor, condujeron a que se utilizaran solo dos: capital y trabajo, y al establecimiento de un residuo, inexplicable con solo esas dos variables.

Buena parte de las discusiones de la macroeconomía y de las teorías que tratan de explicar el crecimiento y el desarrollo se ha realizado para tratar de conocer los factores que producen las diferencias en ese residuo. Las respuestas más comunes se refieren a la calidad del trabajo, a las formas institucionales y a la tecnología disponible; la tierra ha quedado olvidada por los economistas dominantes. La gravedad de ese y otros olvidos se analizará en la siguiente columna.

 

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