El Poder Cristiano

Mario Fernando Prado
27 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

Un hecho mediático puso sobre el tapete el inmenso poder que tienen las iglesias cristianas: con ocasión de la final de La Voz Colombia, la cantante paisa barrió a sus contendoras al definirse la victoria por la cantidad de llamadas a favor.

La paisita contó con la súplica de su tutor, Ricardo Montaner, que instó a los cristianos a que votaran por Miranda Cardona.

Y el milagro se hizo: se impuso sobradamente el poder cristiano, teniendo en cuenta que Mirandita también es de esa religión o al menos eso dice.

Frente a una iglesia católica desunida, con una feligresía indiferente, con un lenguaje arcaico, con unos ministros de Dios, algunos de ellos parecidos a ciertos padres de la patria, la alternativa espiritual cristiana no se ha hecho esperar.

Estas congregaciones son disciplinadas, tienen un discurso entendible, forman entre sus adeptos logias de fraternidad, hay valores agregados en educación salud, recreación, realizan obras sociales y, por sobre todo, dan respuestas a sus inquietudes.

Y claro, como en la iglesia católica, hay también pastores descarriados que compiten con sus homólogos camanduleros. ¡De todo hay en la viña del Señor!

Lo cierto es que los 6 millones de cristianos que hay registrados en Colombia están organizados, asisten religiosamente a sus cultos, pagan sus diezmos, están metidos en unas muy confiables bases de datos y cumplen lo que les dicen desde los otrora púlpitos que ahora son escenarios.

Por ello las iglesias cristianas juegan muy duro en la actualidad, bien sea en acciones cívicas en las que dan ejemplo de convocatoria —en Cali reunieron 150.000 almas en un solo evento—, en la política tienen votos para hacer temblar al Legislativo, poseen cuotas en el Ejecutivo y son ciudadanos de bien.

Yo por mi parte sigo siendo católico —mas no fanático—, así mi iglesia me mire como el tránsfuga que jamás seré.

 

 

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