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El remiendo al gabinete

Ramiro Bejarano Guzmán
07 de septiembre de 2013 - 11:00 p. m.

REHACER UN GABINETE MINISTERIAL siempre deja caras alegres y largas, más cuando quien tiene esa responsabilidad es un presidente que apenas registra el 21% de apoyo en las encuestas.

Sin duda Santos parece haber oído las voces críticas que en todos los tonos le pedían que desbogotanizara el gabinete, pues aunque no los desechó del todo, algunos de los nombres nuevos sugieren que por fin ahora el Gobierno quiere hacerse sentir en las regiones. Por eso no pasó desapercibido que la presentación de cada nuevo ministro estuviera precedida de la indicación de su lugar de origen, y ello hizo visible al tolimense Gómez Méndez, al caucano Iragorri, al guajiro Acosta, al valluno Lizarralde, etc.

No se fueron todos los que se tenían que ir, porque se quedaron atornillados varios goditos, pero eso es comprensible. Nada más difícil que quitarle a un conservador un puesto, por eso quedaron intactos en el Gobierno. Mauricio Cárdenas, para mi gusto, debió haberse ido, sobre todo porque su reforma tributaria ha sido un desastre. Pero hay quienes aseguran que la suerte de este ministro es tal, que no le incomoda la cábala de que a lo mejor lo cambian por Angelino en la próxima fórmula vicepresidencial. Santos sería capaz y Cárdenas se dejaría. También se quedó mi paisana María Fernanda Campo, a quien algunos aseguran no le ha ido muy bien en el complejo tema de la educación, pero quien cuenta con el incondicional aprecio personal de la primera dama, respaldo suficiente para una costosa inversión política. El que a buen árbol se arrima.

La llegada del chaparraluno Alfonso Gómez Méndez al Ministerio de Justicia es un acierto. Primero, porque se trata de un jurista y un humanista de grandes quilates, además de un liberal de convicciones profundas que no ha deambulado por todos los partidos políticos en busca de canonjías, y, segundo, porque se va Ruth Correa, una pésima funcionaria que deshonró el empleo. Estamos hablando del único colombiano que detenta el inmenso honor de haber sido procurador y fiscal, y de haber ejercido ambas responsabilidades con carácter y logros significativos. Gómez Méndez está llamado a convertirse en el ministro estrella, porque tiene con qué, y porque le prestará al presidente el inmenso favor de saber discrepar en vez de aplaudir ciegamente los errores.

Amylkar Acosta es un guerrero, conocedor como pocos del tema minero, que le aportará al Gobierno su olfato y larga experiencia política. Si los costeños estaban quejosos de que no tenían un auténtico representante en el poder, ahora ya la cosa es distinta.

Aurelio Iragorri es un político desde la cuna, que obviamente se mueve bien en las entretelas del poder. Qué paradoja, se hace ministro por la misma razón por la que se tuvo que ir su antecesor: al que llega le fue bien en el “tal paro inexistente” y muy mal al que se va.

Rubén Darío Lizarralde es persona conocedora del tema agrario. Con su nombramiento el presidente busca calmar al “momiato” valluno y al empresariado que se ve amenazado con la posibilidad de que no puedan obtener una legislación que les solucione el enredo de la acumulación ilegal de baldíos. Ese será un duro hueso de roer. Seguramente el hecho de que sea exesposo de la ministra de Educación, si bien conmoverá las secciones de farándula, también desnuda la falta de imaginación de un gobierno acusado de elitista, que para renovar el gabinete nombra ministros a quienes fueron marido y mujer. Ese no será un consejo de ministros, sino marital.

Ya veremos si el presidente logra repuntar en las encuestas y sintonizarse con las regiones. Difícil pero no imposible, pues en la campaña pasada arrancó con un exiguo 2% y se hizo presidente. Por lo pronto, aun cuando no se sacudió de muchos de los que siguen estorbando, Santos parece haber aprendido a un altísimo costo la lección de que gobernar sólo con los amigos siempre termina mal.

Adenda. ¿Por qué la contratadora Sandra Morelli no le cuenta al país cuánto le costó al erario la versallesca efemérides de los 90 años de la Contraloría, que incluyó rumba en Andrés Carnes de Res y viajes a Ciudad Perdida?

notasdebuhardilla@hotmail.com

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