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El resorte de Tolemaida

Ana Cristina Restrepo Jiménez
10 de mayo de 2013 - 11:00 p. m.

? Hoy vamos a analizar estructuras de textos periodísticos (se oye el primer bostezo). Miremos la investigación “Tolemaida resort”.

—¿Resort? —pregunta Daniel, frunciendo el ceño.

—Sí, resort, como en los paseos...

Susana lee: “Hay hasta presos que pasaron vacaciones en San Andrés y Cartagena”. Estallan algunas carcajadas en el salón de clase. La tragedia raya en lo cómico. Entre murmullos, estos alumnos de periodismo siguen comentando lo que parece una broma: “Algunos, incluso, han ascendido de rango en la cárcel”.

—¿Cuáles son algunos delitos de los reclusos en Tolemaida?

Unos cuantos clics en Google bastan para que los estudiantes empiecen a llenar el álbum de fotos de su memoria de reporteros: cada nombre de prisionero tiene una cara y cada crimen, una narración. Por ejemplo, buscamos quién es el teniente coronel (r) Orlando Pulido, condenado por la masacre de La Cabuya. Recuperamos la noticia: Tame, Arauca, 20 de noviembre de 1998.

Entre tanto, el grupo designó un encargado de definir con precisión algunos términos que, a pesar de rutinarios, no son del todo comprendidos: “crimen de lesa humanidad”, “falso positivo”...

Nadie se ríe. Silencio absoluto.

Todas las pantallas del salón navegan entre archivos de prensa con las fechorías cometidas por los huéspedes de Tolemaida. (Cuesta imaginar el impacto en quienes acaban de prestar servicio militar).

Examinamos informaciones recientes: “Tolemaida tours”, las aventuras del sargento Wilson Casallas y el soldado profesional Santiago Escudero. Y el atentado contra uno de los autores del reportaje, Ricardo Calderón.

Alguien comparte un podcast radial. Asegura que las “investigaciones exhaustivas” darán cuenta de la relación entre la publicación de Semana y el intento de asesinato (ahora la que bosteza soy yo).

Culmina la clase con la detección de fuentes informativas, foco narrativo, cosas académicas. No logran concentrarse. Están asqueados.

Los sucesos de Tolemaida no son “coyuntura” (lo “coyuntural” es que se dejen pillar). En el sentido estricto del término, tampoco son noticia, porque no hay nada nuevo: son hechos reconocidos.

Más que un escándalo mediático, Tolemaida es un caso histórico de corrupción. Su antecedente más destacado sería, tal vez, La Catedral de Pablo Escobar... o, para no ir tan lejos, las primeras comuniones con poder de excarcelación (y para darle un aire más tropical, Manuel Nule únicamente asistió a la celebración. ¿Volarse de la cárcel para ir a misa? ¡Qué jartera!).

Aunque, pensándolo mejor, mi comparación es desafortunada: ni Escobar, ni Nule, ni Álvaro Dávila (el “discriminado”, a quien no le alcahuetearon el permiso) tenían el mandato constitucional de defendernos a los colombianos, como los integrantes del Ejército. ¡No podemos pasar la página!

El resorte de Tolemaida hay que estirarlo hasta que se reviente. Si la exposición y denuncia del periodismo no lo han logrado... que otras fuerzas como el relato de la Historia y la investigación académica (hábil en conectar eslabones a largo plazo) también ayuden a jalar.

 

* Ana Cristina Restrepo Jiménez

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