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El respeto de España por Adolfo Suárez

Cartas de los lectores
24 de marzo de 2014 - 03:00 a. m.

Ha sido ejemplarizante la reacción de España durante todo estos once años de enfermedad de quien fuera el primer presidente del gobierno español en la democracia, señor Adolfo Suárez, que vive sus últimas horas, según información de su propio hijo.

Desde 2003 ya se detectó la presencia de alzhéimer, lo cual motivó su retirada de la vida política y social y paulatinamente todos los medios de información lo arroparon con respeto y consideración. A nadie se le ocurrió hacer una broma grotesca o una caricatura burda, tampoco se le acercaron para hacerle entrevistas para que deliberadamente metiera la pata y se convirtiera en “chiva”. Salvo su familia, si ellos lo permitían, daban información a los medios sobre su estado. Hasta ahora se recuerda la fotografía de la visita del rey Juan Carlos a su casa para condecorarlo, aunque era ya muy evidente el rigor de la enfermedad. Se cuenta que en un momento determinado don Adolfo Suárez le dijo a don Juan Carlos: ¿quién eres? Y éste le contestó: Soy tu amigo.

Hasta donde se recuerda, lo mismo hizo el pueblo norteamericano frente al deterioro de salud de Ronald Reagan. De alguna manera él, con la ayuda de su esposa e hijos, escribió una carta despidiéndose… y todo el mundo entendió que su familia deseaba vivir en la intimidad el lento final del presidente. Tampoco los gringos se burlaron, ni la prensa amarilla hizo de las suyas. Ese silencio respetuoso se mantuvo hasta el último día de su vida, cuando buena parte de su pueblo lo acompañó hasta su última morada.

Aquí en Colombia, a propósito del incómodo incidente sucedido al señor presidente, un asunto de salud de un personaje se convierte en un festín de Baltasar, en un motivo de seguimiento para sacarle la mejor tajada a partir de la burla y la humillación. Es una costumbre que se extiende en varios ámbitos como un verdadero cáncer. Lo peor de todo es que quienes caen en estas bajezas se manifiestan como personajes ridículos, como verdaderos tontos. Si fueron los hombres… qué brutos, como si los asuntos de la próstata nos les fuera inherente; si fueron mujeres, igual de brutas, como si no tuvieran mínimo un padre, quizás hermanos, el novio, el esposo, el amante…

Esta situación no debería extrañarnos… Hasta hace poquito, hombres y mujeres insultaban a una mujer de mal genio por cualquier circunstancia llamándola “menopáusica”, como si no tuvieran madres, abuelas, hermanas. Con los años, el insulto se volvió contra ellos para decirles “prostáticos”… pero para herirlos, olvidándose de la presencia masculina en los hogares.

Esos chistes son de una nula creatividad, ni siquiera llega al nivel de humor negro, porque este último tiene, precisamente, una alta dosis de inteligencia. Quienes vimos a nuestros padres morir más allá de los ochenta años, damos gracias a Dios que pasaron por intervenciones quirúrgicas exitosas como la del presidente y superaron sus etapas de la menopausia con cariño y esmero.

 

Ana María Córdoba. Pasto.

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