El sacerdote

Cartas de los lectores
15 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

Es evidente que muchas cosas que estaban ocultas empiecen a salir a la luz y no sabíamos la razón de tales documentos y personajes que aparentan mucha compostura y buenos modales, pero que, como dijo el maestro de Galilea, son sepulcros blanqueados.

Son los casos de sacerdotes de la Iglesia Católica que, aprovechándose de su investidura y de ser el párroco del barrio o la localidad, han abusado de niños que fueron puestos a su cuidado para ayudar como monaguillos en las ceremonias que realizan estos ministros.

Es inevitable que recuerde la historia de un hombre que también ejerció el ministerio sacerdotal en la Iglesia Católica Romana; puesto que nació en el pequeño pueblo de Eisleben, en Alemania, el 10 de noviembre de 1483, hijo de Juan Lutero y Margarita Lutero, cuyo nombre fue Martín, nombre que se le puso al ser bautizado el día de San Martín (de Turs).

Estamos hablando de Martín Lutero, el gran reformador alemán cuyo verbo encendido se oyó en toda Alemania, llevando el genuino mensaje de Cristo Jesús. Algo particular ocurrió con este varón de Dios y es que fue usado por Dios para traducir el Nuevo Testamento del latín (que solamente entendían los sacerdotes) al idioma alemán popular, para que todo el pueblo recibiera el mensaje y conociera el auténtico Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

El día 31 de octubre de 1517 Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, causando tremenda conmoción en el seno de la Iglesia católica, especialmente en el Vaticano, cuya cabeza mayor era el papa León X, quien en este momento defendía y preconizaba la venta de indulgencias, cuyo dinero recogido sería utilizado para construir la catedral de San Pedro en Roma.

Algunas de sus tesis decían: 1.- Nuestro Señor y maestro Jesucristo ,cuando dijo “Arrepentíos”, quiso decir que toda la vida de los creyentes fuera arrepentimiento, (Mateo 4: 17). 2.- Esta palabra no puede ser interpretada como penitencia sacramental, es decir, la confesión que administran los sacerdotes. 3.- Sin embargo, no solo significa arrepentimiento interior; no, pues no hay arrepentimiento interior que no obre al exterior en diversas mortificaciones de la carne. 4.- La penalidad (del pecado), por consiguiente, continúa mientras dura el arrepentimiento del yo, porque este es el verdadero arrepentimiento interior y continúa hasta nuestra entrada en el reino de los cielos.

Finalmente, Martín Lutero se casó con la exmonja Catalina de Bora y levantó un hogar que fue ejemplo para los feligreses y el mundo en general. Pienso que a los sacerdotes católicos se les debía permitir el matrimonio y sería una forma sabia de evitar que sigan abusando de niños inocentes.

Luis Castellanos García. Bogotá.

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