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El 'show' de la hipocresía

17 de agosto de 2012 - 09:44 p. m.

La concesión de asilo a Julian Assange ha servido para revelar la hipocresía de Suecia, el Reino Unido y también de Ecuador.

En Suecia no hay ni siquiera una acusación formal contra Julian Assange, pero los suecos se consideran ofendidos por no haber podido llevarlo ante sus tribunales. De acuerdo con la legislación vigente en Europa, cualquier fiscal sueco habría podido ir a Londres a tomarle una declaración acerca de las supuestas agresiones sexuales que cometió. Una diligencia común. Sin embargo, lo que quieren es llevarlo a territorio sueco y permitir que desde allí Assange sea extraditado a Estados Unidos.

¿Por qué hablo con tanta seguridad? Por varias razones, siendo la primera lo endeble del caso que le han montado a Assange. La segunda es la historia de la política exterior sueca, la cual es el mejor ejemplo de una política servil de acomodo. Una lectura de los cables filtrados por Wikileaks nos permite saber que en Suecia es abyecto el Gobierno y también la oposición. La tercera razón es la historia de todos los intentos de desprestigiar a la gente que le filtra documentos incómodos a los gobiernos. Pregunten por el caso de Daniel Ellsberg, el hombre que filtró los documentos del Pentágono.

¿Y los británicos? Nos han mostrado que el Estado de derecho existe para ellos, pero no para nosotros. La inviolabilidad de las sedes diplomáticas es un principio elemental del trato entre los países. Pero al amenazar con entrar por la fuerza a buscar a Assange, los ingleses nos dicen que sus obligaciones con Suecia (y con Estados Unidos) son más importantes que cualquier principio.

Sin embargo, el tiro les salió por la culata. Ecuador ha puesto a países como Colombia a tener que expresarle su apoyo. Cuando Argentina invadió las Malvinas llamaron a nuestra nación, injustamente, el Caín de América. ¡Cómo íbamos a respaldar una violación semejante al derecho internacional!

Para terminar, van estas líneas para el presidente Rafael Correa. Después de haber conocido de cerca muchas de sus realizaciones y de enterarme mejor de sus enfrentamientos con los poderes mediáticos de su país, yo he estado a punto de volverme correísta. Pero haré causa común con sus detractores si a Alexander Barankov lo extraditan a Bielorrusia.

¿Quién es Barankov? Un antiguo capitán del ejército bielorruso que obtuvo el estatus de refugiado en el Ecuador. Hoy, esta persona corre el riesgo de que lo envíen de vuelta a su país, donde existe la pena de muerte, luego de una visita del dictador Lukashenko a Correa. Si no quiere que lo acusemos de hipócrita, presidente Correa, proteja a Alexander Barankov, así como protege hoy a Julian Assange.

 

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