Publicidad

El triste espectáculo de los partidos políticos

Elisabeth Ungar Bleier
31 de octubre de 2012 - 08:57 p. m.

La asamblea nacional del partido de la U, realizada hace unos días en Bogotá, evidenció algunos de los graves problemas que aquejan a los partidos políticos en Colombia y que han impedido su fortalecimiento.

Además del lamentable enfrentamiento verbal protagonizado por el presidente Santos y el expresidente Uribe, el encuentro es un buen ejemplo de lo que no debe ser un partido: un agregado de personalismos que socavan las posibilidades de debatir colectivamente las posturas frente a los grandes problemas del país y de representar los intereses que afectan la vida de millones de ciudadanos.

Desde los días previos al evento, ya era fácil predecir el desenlace. El tema principal que ocupó los titulares y de muchos medios de comunicación no fue la agenda programática que se discutiría, sino los malabares de los organizadores para que no se encontraran cara a cara los dos principales líderes de la colectividad. Es decir, el presidente de la República, quien en su momento fue elegido con el aval de la U, y el expresidente Álvaro Uribe, quien dice representar la “crema y nata” del partido y su más puro ideario.

Lo anterior no deja de ser una paradoja, pero tampoco debe ser sorpresa para nadie. Por un lado, desde el comienzo de su mandato, el presidente propició una coalición conformada por el Partido Social de Unidad Nacional y todos los demás partidos, con excepción del Polo. Si bien ésta ha sido muy funcional para sacar adelante la agenda legislativa del Gobierno, también ha contribuido a desdibujar la identidad —de por sí ya bastante debilitada— del partido que supuestamente fue fundamental para su elección. Y por el otro, dos de los congresistas más representativos de la colectividad, los senadores Benedetti y Barreras, afirmaron que el expresidente no pertenece a ella.

A pesar de algunos intentos realizados en años recientes para fortalecer y depurar a los partidos políticos, como por ejemplo la aprobación de la silla vacía o la prohibición del transfuguismo, muchos de ellos siguen siendo una sumatoria de personas y de proyectos individuales y de maquinarias que necesitan estar cerca de quienes tienen cargos burocráticos y presupuesto para sobrevivir. Por esto no es extraño que varios congresistas estén promoviendo iniciativas para revivir el llamado transfuguismo, que no es otra cosa que una puerta giratoria para permitirles a quienes ocupan cargos de elección popular a nombre de un partido pasarse a otro cuando el primero ya no les sirve para sus propósitos. De ser aprobada esta propuesta, se abrirían nuevamente las compuertas para darle prelación a las necesidades coyunturales de unos cuantos parlamentarios sobre la urgencia de fortalecer a los partidos políticos.

Contribuir al fortalecimiento del sistema político colombiano y de los partidos políticos debe ser una prioridad del gobierno nacional y del Congreso. El tema no se puede seguir dilatando, y para evitar que los intereses electorales de la campaña presidencial interfieran con este propósito, es importante que los debates se den en los próximos meses. De lo contrario, seguiremos presenciando espectáculos como el de la U.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar