Elecciones “invisibles”

Luis Carvajal Basto
24 de febrero de 2014 - 04:00 a. m.

Las próximas elecciones de congreso están “tapadas” por noticias como las chuzadas y la renuncia de los generales pero serán un termómetro para medir si aumenta o disminuye la distancia entre ciudadanía y política, existiendo muchas más cosas en juego.


Apenas a días de las elecciones de Congreso y semanas de las presidenciales se percibe indiferencia por parte del electorado, más allá del 50% que no participa habitualmente. Las encuestas han mostrado un aumento inusual del voto en blanco que, casi con seguridad, se irá diluyendo para las presidenciales. ¿Pasará lo mismo en las elecciones de Congreso?

Es probable. Debemos entender que la abstención electoral es muy diferente al voto en blanco el cual sería un rechazo al desempeño de todos los actores políticos con efectos difíciles de pronosticar.

A pesar de toda clase de cuestionamientos, la política regional sigue vigente, lo cual se explica por la necesidad de conexión con el sistema político y el Estado de parte de sectores que de otra manera no la tendrían y ante la ausencia de mecanismos que faciliten formas políticas alternativas de expresión ciudadana. Sin embargo, el costo de las campañas políticas las está convirtiendo en una cuestión de ricos o corruptos. ¿De dónde sale tanta plata para estas campañas millonarias? Sencillo: la corrupción parece haberse convertido en el precio que pagamos por el funcionamiento del sistema después de la para política que cambió las costumbres y reglas del juego.

La opinión en las grandes ciudades opera de manera diferente, concentrándose allí la mayor parte del voto Libre, lo que no excluye la acción de maquinarias y compra de votos en sectores populares. Los partidos no responden, todavía, con una oferta que les permita recoger las expectativas ciudadanas dejando el camino libre a aventureros y cuenteros que cambian de filiación permanentemente, dejando a sus movimientos de “origen” solo el pecado cuando logran acceder al gobierno. Y no se ha inventado la fórmula de una democracia sin partidos.

La circunscripción nacional facilita, al menos en teoría, el surgimiento o reconocimiento de liderazgos de opinión los cuales, sin embargo, tienen un periodo largo de maduración. A los partidos les debe interesar la salud de la democracia, pero, en el corto plazo, se trata de ganar las elecciones por lo que recurren a personas con reconocimiento público: hemos tenido sacerdotes, artistas, deportistas etc. siendo la última moda los pastores cristianos devotos y de votos con fieles organizaciones nacionales que tributan y eligen.

La reducción de la política y acción de los partidos a los espacios que ofrece el congreso, como exclusiva forma de participación reconocida y “premiada” por el Estado, es la razón más importante para la fractura entre política y opinión pública sin que se observen alternativas en el corto plazo. Luego, el papel de los medios al informar, ha desnudado y desmitificado ante la gente de la calle muchas miserias de la política que generan desencanto.

Por si hiciera falta, a “izquierda” y “derecha” del espectro político malos perdedores, por anticipado, tratan de capitalizar el voto en blanco con miras a deslegitimar los resultados de las presidenciales. Antonio Navarro, por ejemplo, ya anticipó su voto en blanco en una eventual segunda vuelta, como si la democracia fuera responsable de la incapacidad de “la izquierda” para presentar un candidato de unidad.

Las elecciones de congreso servirán para medir en que va el divorcio entre política y opinión, pero se juegan otras cosas como el espaldarazo, puede ser tácito, que debe tener el proceso de Paz, el cual es un motivo más que suficiente para votar por candidatos este nueve de marzo.
@herejesyluis

 

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