Elogio a Mourinho

Antonio Casale
22 de abril de 2012 - 11:00 p. m.

Mourinho, el padre de familia, arribó en la noche del pasado sábado a su casa en las afueras de Madrid para abrazar a su esposa Matilde y a sus dos pequeños hijos. El trabajo del día en la oficina había salido bien.

Una vez más, Mourinho se había salido con la suya en un duelo frente a Guardiola. Es el único que se le ha atravesado al mejor equipo del mundo de los últimos años. Ya le ganó a Pep una Champions con el Inter en 2010 y una Copa del Rey en 2011, y firmó la sentencia de una Liga el sábado. Esa tarea parecía imposible cuando el equipo merengue no pasaba de octavos de final en la Champions y veía cómo el angelical Barcelona de Guardiola lo tenía de hijo.

El primer día de Mourinho con sus dirigidos fue claro: “Soy Mourinho y vengo a trabajar, con mis virtudes y defectos”. Nunca se ha preocupado por dar falsas lecciones de humildad, confiesa que es católico, reza y trata de ser una buena persona. No permite que nadie se meta en su vida privada, pero todos saben que es un hombre de familia, con esposa e hijos, y asiste a las entregas de notas como cualquier papá de bien.

Ya en la oficina, como todas las personas que quieren llegar lejos en la vida, sabe que la cosa es a otro precio. Siempre dentro de la legalidad, Mourinho ha logrado lo que pocos humanos podrán celebrar. Faltando algunas fechas, la Liga de España parece estar definida a su favor. Título que sumaría a los obtenidos en Inglaterra y en Italia.

Ni hablar de sus logros en la Champions, máxima competición de clubes que ganó con un equipo que distaba de tener la mejor nómina del mundo, el Oporto, así como también la ganó con el Inter, y claro, aún está viva la posibilidad de que lo haga con el Madrid, lo que apenas sería una medalla más en la carrera del mejor entrenador de clubes de todos los tiempos. Mourinho lo ha ganado todo acomodándose a diferentes esquemas, sin casarse con uno solo ni queriendo patentar una forma única de jugar. Mourinho y el verbo ganar son sinónimos en el mundo del fútbol. A diferencia de su par del Barcelona, no se conoce a un jugador que no hable bien de Mourinho, como sí lo hizo, por ejemplo, Ibrahimovic a su salida del blaugrana sobre Guardiola.

El portugués se habrá equivocado en alguna declaración porque, como él mismo lo dice, es un humano, con virtudes y defectos. El mundo se lo ha cobrado con antipatía porque la gente prefiere a esos soberbios disfrazados de humildes, como Guardiola, exitosos y políticamente correctos. El planeta prefiere a los superhéroes fríos y calculadores, como Guardiola. Yo prefiero a los humanos como Mourinho, cuyo supuesto pecado es ser un apasionado de su trabajo, obsesionado con ganar.

 

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