En sus marcas

Humberto de la Calle
27 de marzo de 2011 - 06:00 a. m.

LA INAUGURACIÓN DEL NUEVO movimiento de Petro, acompañada del lanzamiento de la candidatura a la Alcaldía de Bogotá de Carlos Vicente de Roux y de la potencial aspiración del mismo Petro, constituyen un hecho político inobjetable, que no sólo rubrica la ruptura dentro del Polo Democrático Alternativo, sino que tiene repercusiones en el mapa político global.

Hasta ahora, la contienda se había concentrado en las candidaturas de Peñalosa, Luna y Galán. En relación con el primero, su alumbramiento fue a la vez inexorable y accidentado. Inexorable porque Peñalosa es quizás el bogotano más preparado para asumir ese cargo en circunstancias tan difíciles. Pero en el parto ofició como comadrona el expresidente Uribe, lo que produjo un efecto paradójico: un apoyo importante de alguien que mantiene su alta popularidad pero también generó una discusión muy alejada de lo local, algo que Peñalosa quería evitar a toda costa, todo ello en medio de contradicciones y confusión en las filas del Partido Verde.

Por otro lado, Peñalosa está condenado a ser madre nutricia de muchos de los otros candidatos. De Luna, ni se diga, como que militó en sus propias filas. Y Galán comparte con él su perfil de candidato serio, conocedor de la ciudad y marcadamente alejado del clientelismo. Si viene, como parece, la candidatura de Gina Parody, que se anuncia tendrá un arranque espectacular, también morderá votos de Peñalosa. Y Jaime Castro también.

Es en este contexto en que el movimiento de Petro puede verse favorecido, porque agrupará muy buena parte de la votación del Polo y podrá beneficiarse de la división del voto restante.

Esto es aún más crítico porque, de manera difícil de explicar, la vena igualitarista de Peñalosa, que es sólida y acendrada, se pierde en la bruma de la imagen política. Peñalosa es quizás el político colombiano que comprende mejor la desigualdad y que aplica para vencerla factores estructurales, muy alejados del facilismo populista y la poco original repartición paternalista. Nadie como él ha trabajado en los factores duraderos de calidad de vida de los barrios del sur. Pero esta es una faceta desconocida de su personalidad porque lo que irradia es precisamente lo contrario: un ejecutivo de clase alta que no se diferencia, para el imaginario popular, del gerente de una empresa próspera. Y si algo faltara, sectores de la clase alta tampoco se lo tragan. Hay que recordar la ferviente campaña por Samuel Moreno que tuvo lugar en el Country Club. Un acto de miopía en el que prevaleció el interés minúsculo de sus socios frente a la conveniencia general.

A Peñalosa no le bastará ser un alcalde predestinado. Así comenzó la campaña pasada. Tiene que romper barreras políticas que se interponen en su camino.

La otra pata de la tenaza, como se dijo, es la apelación popular de Carlos Vicente de Roux, alguien que se ha destacado también por su seriedad y compromiso o, eventualmente, de Petro, quien sería sin duda un candidato de quilates.

Peñalosa tiene que idearse la manera de salir de ese cerco. Y de administrar el apoyo de Uribe, tarea no propiamente fácil.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar