Construir democracia

En torno a la corrupción: Reflexiones iniciales

Hernando Roa Suárez
29 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

Estamos invitados a abrir la democracia,

con dimensión de profundidad, para enfrentar la corrupción.

Pensando en torno a la magnitud del peligro que, para las instituciones democráticas y su evolución hacia formas de neofascismo y/o neopopulismo, tiene la actual corrupción político-administrativa, la presente columna está integrada por quince reflexiones iniciales, dirigidas a pensar cuidadosamente en torno al tema.

i. La actual situación de nuestra democracia no es fruto del azar. Es el resultado de un proceso complejo integrado por variables de naturaleza histórica, política, económica, social, cultural, ambiental e internacional. La crisis no es de naturaleza unicausal; es compleja, con el alcance que este concepto tiene en nuestros días y, sobre todo, en el intervalo 1980–2017.

ii. Para ser eficaces, la corrupción debe ser enfrentada con: el poder de la política —como arte y ciencia—; los desarrollos actualizados de la ciencia, la tecnología, y la innovación; los medios de comunicación democráticos; el peso y el valor de la juridicidad; y la búsqueda del apoyo internacional, dirigido a la protección de las instituciones democráticas colombianas.

iii. Todos los sectores políticos y los representantes de la sociedad civil, comprometidos con la construcción de la paz, estamos invitados a: repensar la Constitución del 91 y lo que implica la concreción de una ciudadanía con derechos y deberes, y a profundizar los desarrollos constitucionales en torno a lo que significa el Estado social de derecho.

iv. Los avances alcanzados en el proceso de paz no deben detenerse sino consolidarse nacional e internacionalmente. Implementar técnicamente los Acuerdos es clave.

v. Conviene estudiar incisivamente el papel de la juventud contemporánea que no piensa y actúa, por ejemplo, como en los decenios de los ochentas y de los noventas. Ante las globalizaciones, necesitamos para Colombia nuevos tipos de líderes políticos, preparados para ser estadistas y no burdos negociantes de la politiquería; hay que leer bien qué significa que la juventud universitaria esté ahíta de los politicastros.

vi. Es conveniente impulsar y apoyar movimientos, partidos, y alianzas políticas constituidas por líderes políticos que, por su liderazgo, permitan recuperar la fe en la democracia y la posibilidad de implementar políticas públicas sólidas. No olvidemos: preconizar la antipolítica es precipitarnos a regímenes dictatoriales.

vii. Se me presenta útil replantear los currículos y los programas, a través de todo el sistema educativo, para consolidar la consciencia política de los colombianos sin distinciones de clase y estratos sociales; hay que contribuir a crear un nuevo sentimiento ciudadano, y conocer y desarrollar los postulados planteados en la Constitución del 91. También, revisar el proceso de enseñanza-aprendizaje en torno a la formación política desde la niñez. Estamos convocados a formar nuevos sujetos políticos; en Colombia no existe democracia participativa, debemos construirla con responsabilidad.

viii. Hay que impulsar los proyectos dirigidos a estructurar el funcionamiento de la Justicia y seguir apoyando el papel que están desempeñando, en nuestros días: la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría. Su papel es decisivo para recuperar la fe en la democracia; específicamente en sus acciones contra la corrupción, y para garantizar la transparencia del proceso electoral del 2018.

ix. Se me presenta imperativo seguir fortaleciendo el papel cumplido por nuestras Cortes y enfrentar los crímenes de Estado, movilizándonos al amparo del Estado social de derecho.

x. En relación con el Congreso es evidente que hay que propiciar la elección de nuevos representantes y senadores que estén comprometidos con los valores de la democracia participativa y no con impulsar “empresas electorales” que han desvirtuado el ejercicio de la política, hace decenios.

xi. En relación con el proceso de toma de decisiones en la Oficina del presidente, es conveniente reestructurar y fortalecer técnicamente, como corresponde al desarrollo político y científico-tecnológico de un régimen presidencial en el siglo XXI.

xii. Los representantes de los sectores empresarial y financiero, y sus respectivos gremios, tienen una gran responsabilidad: propiciar, comprometerse y apoyar éticamente la formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas en torno a educación, vivienda, salud, empleo, alimentación, recreación y seguridad democrática, que implementen la justicia social, la paz y la democracia.

xiii. Debemos remarcar el papel fundamental que, para la construcción de la democracia participativa y la formación de un profundo criterio libertario, deben desempeñar los medios de comunicación. En nuestro país existen serios atrasos y deficiencias, y sin nuevos programas, dirigidos a la creación de consciencia democrática mayoritaria y pluralista, y una nueva ética política, será muy lento el proceso de cambio.

xiv. Una reflexión integrada por dos preguntas inquietantes: quienes no hemos sido responsables directos de las acciones violentas y la corrupción político-administrativa: ¿qué responsabilidad tenemos frente a la magnitud de la inequidad existente en nuestra sociedad? ¿Cómo nos podemos comprometer en la construcción de una sociedad justa (con estructuras que organicen la equidad ante el poder); pacífica (con ausencia de violencia abierta, estructural y cultural); libre (interrelacionada con todas las naciones, sin sometimiento a potencia mundial alguna); e insertada creativamente en el proceso de globalización con consciencia latinoamericana y con posibilidad de organizar un proceso de desarrollo sostenible?; y

xv. Pensemos en la conveniencia de socializar el conjunto de estas reflexiones y sus complementarias, en todas las regiones colombianas. Debemos tomar consciencia de la gravedad del momento político actual y del papel protagónico que la civilidad debe tener en el país. La política —como arte y ciencia— está a la orden del día. Hay que fortalecer el Estado y desarrollar la democracia participativa; estar muy atentos a lo que está pasando y lo que están pensando los diversos sectores conscientes; hay que abrir la democracia con dimensión de profundidad y enfrentar estructuralmente la corrupción.

roasuarez@yahoo.com

 

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