Enemigos de la paz negociada

Cartas de los lectores
29 de agosto de 2012 - 11:49 p. m.

Siempre que el gobierno intenta realizar negociaciones de paz con grupos subversivos, inmediatamente surgen decenas de enemigos con poder suficiente para bloquear el proceso. ¿Por qué y cuáles son? A mi humilde juicio, son los siguientes:

1.- Élites de terratenientes y ganaderos: ven gran amenaza en los diálogos paz, porque temen que dentro de las negociaciones se pueda pactar una reforma agraria que afecte sus activos. Muchos de ellos han aumentado sus posesiones mediante compras ilegítimas, amenazas o desplazamiento forzado; lo cual podría poner en riesgo sus propiedades si el acuerdo incluyera la extinción del dominio de los bienes adquiridos ilegalmente. Además, temen un probable fortalecimiento de asociaciones campesinas y sindicalistas.

2.- Algunos sectores de las FF.AA.: La paz negociada implicaría detrimento de ciertos beneficios que sólo se mantendrían en un estado de guerra. Por ejemplo, según lo ha documentado Memoria Histórica, durante el gobierno de Belisario Betancur, ciertos sectores del Ejército ofrecieron feroz resistencia a su proceso de paz, al ver vulnerada su autonomía en el manejo de orden público.

Además, varias prebendas como primas (orden público, vuelo, administrativa, traslado, instalación, vivienda, etc.); el inmenso pie de fuerza actual ya no sería necesario. Por otro lado, habría una disminución sustantiva en su representación para la compra de armas, buques, aviones, municiones o material de guerra. El fuero militar sería mucho más estricto en un país en paz que en guerra.

3.- Narcotraficantes: Perderían gran parte de sus aliados (guerrilleros y paramilitares), su capacidad de corrupción se vería diezmada. Además, asumirían el gran peligro de delación por parte de sus antiguos aliados y ad portas de la extradición.

4.- Élites políticas regionales: Ciertos barones electorales regionales se han beneficiado de la guerra con su alianza con los diversos actores (parapolíticos, farcpolíticos) al obtener sus curules con el apoyo armado de ilegales. Sus negocios de contratación, cooptación institucional, nepotismo y tráfico de influencias se caerían. Con la paz serían desplazados por nuevas fuerzas democráticas, con el pavoroso temor de ser sustituidos por actores contrarios como campesinos, sindicalistas, trabajadores o políticos de avanzada.

Todo eso explica por qué un terrateniente, ganadero, caballista, untado de paramilitarismo, salpicado de alianzas con narco-politico-paramilitares, alienta a las fuerzas militares a oponerse con “toda decisión” al proceso de paz del presidente Santos.

Guillermo Goelkel. Bogotá.

 

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