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Entre terremotos y rascacielos

José Salgar
15 de mayo de 2010 - 06:25 a. m.

COLOMBIA NO SE HA QUEDADO ATRÁS en la tendencia mundial a ostentar riquezas y desafíos a la naturaleza mediante la construcción de rascacielos para acercarse cada vez más a las estrellas.

En el siglo XX las guerras y el poder atómico azotaron a los hormigueros humanos y el XXI comenzó con la llamarada de las Torres Gemelas y luego vinieron los tsunamis y los terremotos de Haití y Chile. Nueva York quedó chiquita y atemorizada ante las excentricidades de los emires árabes en Dubái y los millonarios chinos en Shanghái.

El nuevo gobierno colombiano, que está muy próximo, encontrará enormes proyectos de altura. Medellín, Bucaramanga y otras ciudades estudian edificios que aspiran a ser los más altos del país. En Cali ya hay una gran torre de vivienda comunal; en Cartagena, una estructura metálica en Bocagrande que pasaba de los 50 pisos, se torció por los vientos y tuvieron que derribarla.

En Bogotá ha sido puesto en preventa un edificio de 66 pisos en el lote anexo al que ha sido Hotel Bacatá, en la calle 19, y hay un proyecto similar para un hotel cerca del aeropuerto, ambos con capitales extranjeros, especialmente españoles, ahora que España está en apuros económicos.

Para los bogotanos es gran noticia que desaparezca lo que queda de la fea y estrecha carrera 5ª, afrenta para el centro histórico. Pero falta ver qué se termina primero, si el rascacielos de la 19 o el metro por la 7ª. O si por ahora nos contentamos con Monserrate, con el edificio luminoso de Colpatria y con el viejo pero bien conservado edificio de Avianca, que ya pasó por la prueba de un gran incendio.

Coletilla-. Ahora la responsabilidad pasa a los sismólogos, a los rascacielógos y a los expertos en seguridad democrática.

 

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