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Eric e Irene

Paul Krugman
10 de septiembre de 2011 - 11:00 p. m.

"¿Le queda algo de sentido de la decencia?". Es la pregunta que, como es bien sabido, Joseph Welch le hizo a Joseph McCarthy, cuando el demagogo acosador de comunistas trató de arruinar a otro ciudadano inocente más.

Y hoy día es la pregunta que quisiera hacerle a Eric Cantor, el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, quien ha hecho más que nadie para hacer del chantaje político —usando a estadounidenses inocentes como rehenes— un procedimiento estándar de funcionamiento para el Partido Republicano.

Hace unas cuantas semanas Cantor fue el hombre duro en la confrontación por el techo de la deuda; estuvo dispuesto a poner en peligro la credibilidad de Estados Unidos, arriesgando a toda nuestra economía, para poder extraerle concesiones presupuestarias al presidente Barack Obama.

Ahora lo está haciendo de nuevo, esta vez por la asistencia por los desastres, y fue noticia al insistir que cualquier ayuda federal a las víctimas del huracán ‘Irene’ se compense con recortes en otros gastos. En efecto, amenaza con tomar como rehenes a las víctimas de ‘Irene’. Los críticos de Cantor han sido rápidos en acusarlo de hipocresía, y con buenas razones. Después de todo, sus colegas republicanos y él no mostraron un interés comparable en pagar por las enormes iniciativas sin fondos del gobierno de Bush. En particular, no hicieron nada para compensar el costo de la guerra iraquí, que hoy está en 800.000 millones de dólares y en aumento.

Y resulta que en 2004, cuando a su estado natal de Virginia lo golpeó la tormenta tropical ‘Gastón’, Cantor votó en contra de una ley por la cual se habría requerido la misma norma de pagar según el uso que hoy defiende.

Sin embargo, como lo veo, la hipocresía es un tema secundario. El problema principal debería ser el extraordinario nihilismo que exhiben hoy Cantor y sus colegas: su disposición para despreciar todas las convenciones usuales del juego justo y, bueno, la decencia para poder conseguir lo que quieren.

No hace mucho un partido político que buscaba cambiar la política estadounidense trataría de lograr ese objetivo construyendo apoyo popular para sus ideas, después las implementaría mediante legislaciones. Así, después de todo, es como se diseñó nuestro sistema político para poder funcionar.

Sin embargo, el Partido Republicano de hoy decidió esquivar todo eso y lanzarse por una ruta más rápida. No importa conseguir votos suficientes para aprobar una ley; obtiene lo que quiere amenazando con la lucha por el techo de endeudamiento, y ahora es lo que está pasando con la ayuda por los desastres. En efecto, Cantor y sus aliados amenazan con tomar como rehenes a las víctimas del huracán, usando su sufrimiento como moneda de cambio.

Claro que Cantor les haría creer que sólo está tratando de ser fiscalmente responsable. Sin embargo, eso no es más que una nota de primera plana.

¿Debería la ayuda por los desastres, como una cuestión de finanzas públicas sólidas, compensarse con recortes inmediatos a otros gastos? No. El principio de larga tradición, apoyado por economistas de izquierda y derecha, es que los arranques temporales de gastos —que surgen, por lo general, cuando hay que combatir una guerra, pero también por otras causas, incluidas crisis financieras y desastres naturales— son una buena razón para tener déficits presupuestales temporales. En lugar de imponer recortes drásticos a otros gastos o incrementar pronunciadamente los impuestos, los gobiernos pueden y deberían repartir la carga al paso del tiempo pidiendo prestado ahora y pagando gradualmente por medio de una combinación de menor gasto e impuestos más altos. Sin embargo, ¿puede el gobierno estadounidense pedir prestado para pagar la ayuda por los desastres? ¿No está quebrado el gobierno? Sí puede y no, no lo está. Estados Unidos tiene un problema de déficit de largo plazo que debería solucionarse con medidas presupuestarias de largo plazo. Sin embargo, no tiene ningún problema para pedir prestado para pagar los gastos actuales. Más aún, puede pedir prestados fondos a tasas de interés extremadamente bajas. En particular, en este momento, las tasas de interés sobre el punto de referencia de los bonos gubernamentales estadounidenses a 10 años es sólo ligeramente mayor a la mitad de lo que era en 2004, cuando Cantor pensó que no era necesario pagar por la ayuda para desastres.

Así que el dicho de que la responsabilidad fiscal demanda recortes inmediatos al gasto para compensar el costo de la ayuda por desastre simplemente está equivocado, tanto en la teoría como en la práctica. Como dije, sólo es noticia de portada para el verdadero juego que se está jugando con esto.

Bien Cantor puede terminar retractándose en esto, aunque sólo sea porque varios de los estados muy golpeados tienen gobernadores republicanos, que quieren y necesitan la ayuda pronto, sin condiciones. Sin embargo, eso no terminará con el problema mayor: ¿qué le pasará a Estados Unidos ahora que personas como Cantor tienen la sartén por el mango en uno de sus dos partidos políticos importantes?

Y, sí, quiero decir uno de nuestros partidos. Hay muchas cosas negativas que decir sobre los demócratas. Incluso, es posible que haya demócratas en el Congreso que estarían dispuestos, como Cantor, a avanzar en sus objetivos mediante el sabotaje y el chantaje (aunque no se me ocurre ninguno). Sin embargo, si los hay, no están en importantes posiciones de liderazgo. Cantor lo está. Y eso debería preocupar a cualquiera al que le importe el futuro de nuestro país.

* Premio Nobel de Economía 2008.

 

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