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Escarbando

María Teresa Herrán
02 de enero de 2009 - 03:00 a. m.

OJALÁ NO SE INTERPRETE QUE LAS Farc y demás secuestradores respondieron, por pura generosidad, a los muy comprensibles rezos de los angustiados familiares. La presión internacional y nacional los hace desistir de su aberrante insensatez.

Ojalá Alejandro Santos no “descubra”, a finales de 2009, que su tío es el personaje del año; y que el tercer canal no sea una repetición de las lógicas comerciales de los dos primeros, sino que los motive a cambiar contenidos.

Ojalá los piadosos sepan darle a los falsos positivos su realidad monstruosa y no los justifiquen con prioridades como su propio egoísmo y la sensación de seguridad que produce viajar por las carreteras.

Ojalá las señoras rezanderas dejen de firmar correos denigrando del prójimo, es decir, de los columnistas, en una cruzada santa para defender a su Dios terrenal, el presidente Uribe, como si contribuyeran así a erradicar la injusticia y la inequidad.

Ojalá en 2009 no haya tanta gente que espera que Dios perdone a los victimarios, y confunda el perdón con el olvido. Que no se jure en los procesos su nombre en vano ni se crea que el infinito dolor de las madres inocentes es un castigo de Dios.

Ojalá en la Iglesia Católica haya muchos más Franciscos de Roux, que construyen comunidad, y menos afelpados como monseñor Rubiano, que sólo condenan la ignominia cuando ya no hay nada que hacer.

Ojalá se deje de colocar a Dios junto a “la Patria” para justificar buenas intenciones de los gobernantes, sanear crímenes y darle consistencia moral a verdades amañadas de narcos y de paras.

Ojalá a Dios no le pongan a sangrar el corazón sin hacer nada para evitar que el horror se apoltrone en el de los hombres y mujeres. ¿No es hora de dejar de creerle a tanto aviso que pregona que Colombia es pasión pero calla que no es derechos humanos?

Ojalá Dios ya no sea el pretexto de lo infame ni lo utilicen para instalarse en la inmoral comodidad de pensar que todo aquello que sucede se debe a su voluntad y no a la de los seres humanos.

Ojalá, en fin, que a Dios no se le pida tanto, y se comprenda que no da sino aquello que los seres humanos están dispuestos a dar.

mariateresaherran@hotmail.com

 

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