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¿Estanterías vacías?

Esteban Carlos Mejía
21 de marzo de 2015 - 02:11 a. m.

En gustos no hay disgustos. En seudónimos, tampoco. Pablo Neruda era Neftalí Reyes y Porfirio Barba Jacob era Miguel Ángel Osorio.

Estantería Vacía es Alejandro Cortés González, un bogotano de 38 años que acaba de ganar el VI Concurso Nacional de Libro de Poesía de la Universidad Industrial de Santander (UIS), en Bucaramanga, con su poemario Sustancias que nos sobreviven. ¿Seudónimo estrafalario? Pero la obra va más allá de lo estrambótico.

“Es un libro rico en perspectivas y promesas, en las canciones que moldearon la infancia y en espacios que ahora vacíos traen susurros y memorias”, sostiene el jurado (Juan Gustavo Cobo Borda, Luz Helena Cordero y este servidor). Y agrega: “El poema sencillo logra albergar todo lo que desapareció y se perdió”. Sustancias que nos sobreviven tiene cinco partes y 56 poemas, incluidos 10 teoremas/aforismos sobre la poesía, que fluyen con sutileza por la nostalgia y otras bendiciones del alma. Alejandro Cortés es novelista y cuentista. Pertenece al consejo editorial de La raíz invertida, revista latinoamericana de poesía, y coordina la programación cultural de la Librería Trilce, en Bogotá.

Transcribo un poema que me conmovió. Se llama Home sweet home y dice así: “Los sábados durante mi último año de colegio recorría discotiendas en busca de música de Mötley Crüe. En un almacén del barrio Galerías encontré en acetato Dr. Felgood, su álbum más reciente. Anduve las calles del centro, desde la diecinueve hasta la veinticuatro, y conseguí Girls, girls, girls también en acetato, Too fast for love y Shout at the devil en CD y, por encargo, después de dos meses de trámites de importación, Theater of pain en casete. Tan pronto lo tuve en mis manos, lo metí al walkman. La quinta canción del lado A era mi favorita: Home sweet home. Me notó tan feliz el vendedor que me regaló dos afiches de la banda. Mi papá los vio pegados en la pared de mi cuarto. Vio los acetatos. Los cedés. No entendió lo del maquillaje glam. No le gustó eso de gastarse la plata de las onces en música, como si la ausencia de música no dejara más vacíos que el hambre. Lo rompió todo, hasta la tarjeta del almacén de Galerías. Pasé el resto de sábados del bachillerato lavando las paredes de SU apartamento, escuchando en mi walkman el único casete sobreviviente y aprendiendo que Home sweet home es una canción de despedida”.

Algunos gritarán que “esa vaina no es poesía” porque no está escrita en versos rimados, como se acostumbraba hace siglo y medio. O porque no habla de “elásticas cervices”, de “Palemón el Estilita” ni de “la rosa en su claro palafrén”. Otros despotricarán contra Mötley Crüe, Dios y sus fans los perdonen. Por fortuna, todo tiene remedio en esta vida. El tercer teorema al final del libro premiado plantea: “La poesía no es un acto del intelecto, sino un estado en el que la emoción encuentra su secreta razón”. Más claro que la luz. Así es la vida, así son las Sustancias que nos sobreviven. Aunque la estantería esté vacía.

Rabito de paja: “No se justificaría que tuviéramos un Ejército sin utilidad social en la paz”: Alfonso López Pumarejo, 1935.

Rabillo: ¡José Obdulio gánele a Paloma! Proponga ya la República Independiente y Soberana de Antioquia, La Risa, con Uribe presidente vitalicio. ¡Espabílese, hombre!

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