Estigmatizar: el insulto como arma del uribismo

Jorge Gómez Pinilla
27 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Según Wikipedia, estigma es “una señal en el cuerpo, especialmente la impuesta con un hierro candente como signo de esclavitud o de infamia”. A su vez, “alude a la condición o atributo que muestra a su portador en una categoría donde se le ve como inaceptable o inferior”.

Aquí entre nos, ambas definiciones se ajustan como anillo al dedo a la queja que montó la esposa de Alfredo Ramos, senador del Centro Democrático, para que la bajaran del avión donde supuestamente iba un guerrillero de las Farc. Camino a su asiento ella vio una gorra con una estrella roja sobre fondo verde y dedujo que su portador era un guerrillero, y armó la de Dios es padre desde su cuenta de Twitter mostrando al supuesto terrorista que dormía el sueño de los justos, ajeno a la histeria de la fotógrafa indignada.

Ese mismo día las “juventudes externadistas” del Centro Democrático enviaron una carta al rector de la U. Externado de Colombia, Juan Carlos Henao, indignados por la invitación que ese plantel académico le hizo al desmovilizado Andrés París, mientras el senador Álvaro Uribe trinando de la ira sentenciaba que “Henao pone la Universidad al servicio del discurso terrorista”.

En la misma senda del escarnio público como táctica de estigmatización, fue ruidosa noticia un tal Luis Emilio Arboleda que con claro acento paisa insultó en una calle de Medellín a Germán Vargas Lleras. Luego se supieron dos cosas de este sujeto: una, que hace apenas unos días fue condenado a diez meses de prisión por falsedad en documento privado (ver condena), en patética evidencia de su catadura uribista; y dos, que ya había desarrollado el mismo libreto contra Gustavo Petro y Antonio Navarro, y aparece en fotos al lado de Álvaro Uribe. (Ver noticia).

Se trata sin duda de una especie de insultador profesional en ejercicio de sus funciones, a quien alguien debe ‘datear’ con información de Inteligencia, pues no puede ser simple coincidencia que el hombre se tope en las calles de Medellín con tantos candidatos no uribistas. Más que encuentros causales, hay que hablar de emboscadas con un propósito artero: provocarlos, en busca de un resultado negativo que les dañe su imagen. Y para no dejar duda de lo que se traen entre manos, desde Instagram tratan ahora de conformar un ejército de insultadores mediante un mensaje donde exaltan “la actitud y valentía del gran patriota” Luis Emilio Arboleda, y piden que sea “motivación y ejemplo para que seamos siquiera 100 patriotas con esta verraquera y actitud (…) dispuestos a hacernos moler por nuestra amada Patria”. (Ver llamado).

Con esa “motivación y ejemplo” ya otro colombiano en una calle de Nueva York emboscó a Gina Parody, y unos días después ese mismo vociferador soltó una andanada de insultos contra el hijo del presidente Santos, Martín, en constatación de que han emprendido una campaña de desprestigio que no conoce la palabra respeto. El irrespeto llega a tal nivel, que Martín publica una foto acompañado de su mamá, doña Tutina, y una tal yullyap les responde: “Viniendo a Nueva York a gastar el dinero que roban en Colombia? Ojalá los maten”. (Ver foto).

Nada de esto es gratuito, la estrategia se ajusta a las dos definiciones de estigma arriba expuestas. Del mismo modo que convierten en señal de oprobio una estrella roja sobre una gorra, desarrollan una feroz campaña que desde lo subliminal emparenta a las Farc con el gobierno de Juan Manuel Santos y desde esta perspectiva muestra a sus integrantes —llegando hasta la familia presidencial— como miembros de una categoría merecedora del escarnio público, mediante un trato verbal, visual y gutural que los equipara con seres despreciables o inferiores.

Andan dedicados a insultar a grito herido al político opositor que se les atraviese, en aplicación de la consigna laureanista de “hacer invivible la República” para luego aparecer como sus salvadores. Pero no nos llamemos a engaño, son ellos quienes deberían ser objeto del escarnio público, porque es precisamente por eso que ensucian el agua donde todos nos bañamos: para que no se note lo cochinos que ellos están.

¿Por qué viene ocurriendo con tanta frecuencia que alguien insulta a personas cuyo rasgo en común es que no son uribistas, y el mismo ofensor graba el video y lo manda a los medios y estos lo reproducen como si fuera la noticia política del año? En un escenario donde se sirven de lo mediático en forma perversa y fríamente calculada, los insultos que profieren los convierten en celebridades que los periodistas radiales corren a entrevistar. Ahí los medios caen redonditos, idiotas útiles de lo que se trasluce como una guerra de terrorismo psicológico de gran envergadura contra el gobierno Santos.

Esto debería obligar a los medios a ser conscientes de la responsabilidad que recae sobre ellos cuando viralizan los ‘video-insultos’, contribuyendo al objetivo final que esas fuerzas oscuras se han impuesto hacia 2018: lograr —de nuevo— “que la gente salga a votar verraca”.

Según el colega Luis Carlos Vélez en columna titulada Sicarios del celular, “los que gustan de la política sucia harán su agosto con grabaciones y emboscadas tipo sicario (…) para obtener videos que se conviertan en virales”. Y agrega: “El deber del Centro Democrático sería el de condenar este tipo de acciones, que tienen todo el potencial de terminar en episodios de violencia”. Por supuesto que no lo harán porque no van a renunciar a la nueva —y cochina— forma de lucha que se inventaron, hacia la reconquista del poder perdido: el estigma como arma contra el rival.

Duélale a quien le duela, la mejor respuesta al incidente de la cachucha excomulgada provino de Rodrigo Londoño (antes Timochenko) desde su cuenta de Twitter, quien citó una frase de Martin Luther King: “Debemos aprender a vivir juntos como hermanos, o vamos a perecer como tontos”. (Ver trino).

Vaya paradoja: exguerrilleros enviando mensajes de paz… y políticos de extrema derecha tratando de devolverlos al monte. Parece cosa de locos, pero el motivo es obvio de toda obviedad: la paz los aniquila. A los unos como guerrilleros, a los otros como su némesis.

DE REMATE: Estigmas lanzados por el uribismo contra sus rivales los hay de toda clase, pero este de Claudia Bustamante ya cabe en la categoría de lisiada mental:

“Ya entiendo lo de la coalición:

FA jardo

R obledo

C laudia”.

En Twitter: @Jorgomezpinilla

Jorge Gómez Pinilla

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