Esto no es una crisis, pero…

Luis Carvajal Basto
08 de diciembre de 2014 - 02:11 a. m.

Luego de la caída en los precios del petróleo una reforma tributaria, como siempre “provisional”, es tan gravosa como indispensable. Se necesitan medidas del Banco de la República ante la subida del dólar.

Los efectos de la caída en los precios del petróleo en la economía colombiana no se terminan de medir. Sabemos del hueco fiscal, que tiene al gobierno concertando con los gremios el tamaño y los detalles de una primera reforma tributaria; de la reducción de la inversión petrolera, estimada a nivel mundial en 150.000 millones de dólares; del encarecimiento del dólar y las importaciones; y, sabemos que el impacto en el empleo no será, por ahora y afortunadamente, muy grande.

Sabemos, también, que pese a ello las expectativas de crecimiento del PIB colombiano para 2014, 5. 0%; y 2015, 4.3%, siguen siendo muy buenas, en un contexto en que Latinoamérica apenas conseguirá uno de 1.1% en 2014; Europa uno inferior al 1% y Estados Unidos, una cifra cercana al 2%.

Aunque recientes previsiones estiman que el mercado se puede estabilizar en el mediano plazo en 85 dólares (a ese precio se negocia para 2019), dando esperanzas a países como Colombia, la regla fiscal hace que el margen de maniobra del gobierno sea muy estrecho en términos de utilizar el gasto público como una herramienta para dinamizar la economía. Se vienen desafíos como los niveles de gasto social en que el gobierno está comprometido y los que supone el proceso de Paz. A nadie le gustan los impuestos, pero ¿cuál sería el efecto en la economía y las utilidades de las empresas de una reducción en los niveles de gasto?

Hasta ahora en Colombia el debate sobre si el gobierno debe ser austero o, por el contrario, continuar con los planes de gasto e inversión y en caso de ser necesario aumentarlos en épocas de dificultad, parecía una discusión ajena. Gracias al boom del petróleo sentimos menos que otros países la crisis del 2008. Si el nuevo, y esperamos transitorio, escenario de nuestras finanzas públicas con el petróleo a la baja se mantiene, tenemos a la mano experiencias y lecciones recientes que se deben considerar.

La crisis de 2008 fue posible, fundamentalmente, por la ausencia de controles estatales. Esa sola razón parecía suficiente para indicar la ruta adecuada y encontrar la salida. Sin embargo en Europa y Estados Unidos el asunto parecía una discusión académica entre quienes proponían menos Estado, menos impuestos y menos gasto público, en contravía de quienes propendían por políticas expansionistas y una clara intervención en el mercado monetario.

Los hechos, como en la gran crisis de 1930, saldaron la discusión: Estados Unidos, que contra la oposición republicana mantuvo y aumentó los niveles de gasto y llevó las tasas de interés a cero, está saliendo del hueco, aumentando sus exportaciones y creando en el pasado noviembre 320.000 nuevos empleos, mientras las políticas restrictivas promovidas por Alemania y la Francia de Sarkozy mantienen a Europa, todavía, en un agudo receso. La austeridad per se ha sido nuevamente derrotada, al punto que ahora el Banco Central Europeo da reversa, promueve la compra de deuda pública ; se cuestionan las reglas fiscales y se señala el cobro de tasas de interés del 5 y 6% como responsables del bajón en países como España.

Aunque en Colombia aun no estemos hablando de crisis y la situación no es comparable con la descrita, el ejemplo debe servir: el gasto público no se puede paralizar, aunque a nadie le gusten las reformas tributarias. Por otra parte, la junta del Banco de la República parece “estática” mientras sucesos tan importantes ocurren y el dólar se dispara. ¿No es este, antes de $ 2.500, el momento para vender algunas de las divisas que en su momento se compraron?


@herejesyluis
 

 

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