Europa: ¿nueva identidad política?

Beatriz Miranda
28 de mayo de 2019 - 03:13 a. m.

Millones de europeos acudieron a las urnas para escoger a sus representantes a la Eurocámara. La contienda fue marcada por el ascenso de los populistas de derecha, los verdes y los euroescépticos y el temor de los europeístas. Todo indica que el viejo continente camina gradualmente hacia la conformación de una nueva identidad política, influenciado por las crisis financiera y migratoria, y el brexit. El embate político se ha evidenciado entre los euroescépticos y los proeuropeos.

Esta es la novena vez que los europeos votan por sus representantes en la Eurocámara. A partir de los resultados los mandatarios escogerán en junio quién encabezará las principales instituciones del bloque.

En la mira de los analistas están los “seis grandes” países que escogerán el mayor número de eurodiputados. Entre estos se destacan Italia y Francia, desde donde soplan con vitalidad y fuerza vientos de extrema derecha con partidos nacionalistas como la Liga de Salvini y la Agrupación Nacional de Le Pen.

Emerge en el Parlamento Europeo una nueva alianza conformada por los euroescépticos con la pretensión de debilitar el bloque desde adentro. Los populistas de derecha pretenden reorientar la Unión Europea. Sin embargo, más allá de las convergencias en cuanto a la oposición a la Unión Europea y el recrudecimiento de las políticas inmigratorias, la Alianza presenta divergencias en temas significativos como la política fiscal. Los países nacionalistas del norte defienden un presupuesto más austero, mientras los países populistas del sur y de Europa central no desean renunciar a la ayuda de Bruselas.

Desde el punto de vista político y diplomático, la manzana de la discordia es que tanto Salvini como Marine Le Pen defienden una aproximación con Vladimir Putin, lo que es fuertemente rechazado por los populistas del este europeo. Para tranquilidad de medio mundo, hasta ahora a la alianza le falta una visión común.

No obstante, según los últimos sondeos, la alianza podría elegir aproximadamente a un tercio de los eurodiputados, lo que de cierto modo reduciría el margen de maniobra del centro derecha y del centro izquierda.

Tanto en Europa como en América la coyuntura parece conspirar a favor del nacionalismo y del proteccionismo y parece ser que personajes funcionales como Steve Bannon, exestratega de Trump, fundador de una organización llamada el Movimiento, empieza a cosechar lo que sembró en Europa con su discurso y praxis contra el globalismo. Después de la victoria de Donald Trump, Bannon asesoró a los nacionalistas europeos con la expectativa de que lograran por lo menos un tercio del Parlamento Europeo. En sus sumas y restas Bannon consideraba que solamente un tercio de diputados sería un buen comienzo para detener la integración europea.

En una de las últimas investigaciones realizadas por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, muchos de los entrevistados, con excepción de los españoles, consideraron que en veinte o treinta años podrán asistir al fin de la Unión Europea, con afectación de la democracia pluralista, el Estado de derecho y la economía de mercado.

Mas allá de las críticas a la burocracia estatal por parte de los euroescépticos, a los altos gastos provenientes de idas y venidas de autoridades a Bruselas, Luxemburgo y Estrasburgo y a la cesión de soberanía a organismos difusos de carácter supranacional, es bueno recordar que la integración en Europa es antes que todo un sueño de paz después de dos guerras mundiales, aunque sin una clara política propia de defensa y en medio del creciente liberalismo económico.

*Profesora de la Universidad Externado de Colombia.

 

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