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Falcao y Argentina

Antonio Casale
14 de octubre de 2012 - 11:00 p. m.

Radamel Falcao García es de los pocos ídolos colombianos que no se marean ante los elogios ni se resienten ante las críticas. Todos los días va por más.

La historia dice que los colombianos hemos sido testigos de decenas de ídolos que suben a la cúspide de sus carreras deportivas gracias a su talento y dedicación; pero una vez lo logran, vienen la fama, el dinero, las tapas de los periódicos, las mujeres de dudosa reputación, los amigos usurpadores y los noticieros en las casas de sus familiares, y rápidamente aterrizan de barriga, quedando para el recuerdo sólo algunas medallas y la sensación de que pudieron ser mucho más de lo que fueron.

Algunos otros, más tranquilos, llegan a ocupar lugares importantes en sus actividades, pero prefieren la comodidad económica que les brinda la tempranera gloria y muy pronto se quedan sin retos mayores por cumplir.

Unos dicen que la prensa es la culpable por endiosarlos. Otros pensamos que nuestros deportistas, en su mayoría, están preparados para vencer el hambre, pero no para soportar el éxito, y habrá quienes simplemente crean que esto no va a cambiar nunca.

Pues bien, existe Falcao, el mejor número nueve del mundo, ese que ante la obtención de un logro, trabaja por lograr rápidamente otro más importante, el que es deseado por los mejores clubes de Europa, a pesar de la crisis económica que ha hecho que ninguno invierta grandes cantidades de dinero en el último año. El mismo que ante las críticas guardó silencio y ante los elogios se siente orgulloso pero al mismo tiempo retado a superar lo logrado. No pertenece al patrón característico del deportista colombiano. De hecho, su ADN futbolístico y mental fue alterado en otras latitudes.

Fue en Argentina, en donde a los 15 años ya vivía. Allá prepararon la receta exitosa del Falcao que conocemos. No nos digamos mentiras: de no haber sido por la formación recibida en ese país, hoy sería un buen delantero, pero ni parecido al que es. Entonces se confirma que en Colombia, el talento sobra, hay hombres virtuosos en cada rincón del país, pero tenemos mucho por mejorar en la formación para el éxito.

Qué bueno que en vez de copiar la violencia y la corrupción reinantes en el fútbol argentino, miráramos con lupa la manera como se forman los jugadores y entrenadores argentinos. La escuela gaucha no sólo hace énfasis en la parte técnica, en la cual los nuestros son superiores gracias al biotipo nacional. La formación física y sobre todo la mental hacen parte fundamental de esta preparación. Aunque la resistencia a la frustración de ellos tiene un nivel natural más alto, es menester importar algo de eso, para que en un futuro podamos fabricar más falcaos en Colombia. Por ahora, qué bueno es que los colombianos tengamos un espejo como Falcao, en el cual mirarnos para saber que todos los días podemos ser mejores.

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