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Falsas denuncias

Columnistas elespectador.com
01 de diciembre de 2010 - 05:07 a. m.

Es triste ver cómo a un vocero de la libertad, como lo es Julian Assange, se le está acusando de un crimen tan absurdo como la violación, todo con el claro fin de desprestigiar su página Wikileaks. En momentos como este parece apropiado recordar a otro vocero que vio su carrera caer de una forma similar.

En 1941 se estrenó en los cines de Estados Unidos la popular película Ciudadano Kane; llevando la batuta de la producción se encontraba el gran director Orson Welles, un hombre que no temía hacer criticas fuertes y directas. La película en cuestión se basaba en la vida de William Randolph Hearst, un conocido magnate con la reputación de tener pocos escrúpulos a la hora de hacer sus negocios. La poderosa mano de Hearst no tardó en hacerse con el guión de Welles y al ver como la película era una fuerte crítica a su persona, montó en cólera. Usando todos sus contactos intentó que la película no fuera estrenada; pero dado que Welles no se rindió, se dice que el día del estreno el magnate le pagó a una menor desnuda para que esperara a Welles en su habitación de hotel y rodeó el lugar con fotógrafos. Por fortuna un informante contactó a Welles y lo previno. A pesar de salvarse de esa última artimaña, Welles nunca pudo recuperar su prestigio y su película, aun siendo una de las más elogiadas por la crítica, fue un desastre de taquilla.

 Johann Lobo. Barranquilla.

 De Vladdo

Es paradójico, por decir lo menos, que un hijo del ex presidente Álvaro Uribe escriba una pastoral defendiendo el disenso, el derecho a la diferencia, el respeto a la objeción y otras cosas por el estilo, después de que en el anterior gobierno esas prácticas eran consideradas poco menos que apoyo al terrorismo, traición a la patria e irrespeto a las instituciones.

Todos los colombianos recordamos la forma como el ex mandatario atacaba  y descalificaba a quienes se atrevían a hacer algún reparo a los actos de su administración. Muy curioso que el hijo menor de Uribe pretenda darle al país clases de tolerancia y cátedra de libertad de expresión.

Pero más curioso aún es el hecho de que quien ahora se dice amigo de la confrontación abierta de ideas y del pluralismo sea el mismo que hace unas semanas me retó por Twitter a debatir públicamente sobre su conducta y la de su familia en los años que estuvieron en la Casa de Nariño, y que cuando le acepté la propuesta no sólo se retractó sin decir nada, sino que borró todos los mensajes relacionados con el tema. Cosa parecida a la que hizo hace un par de días su padre, quien después de enviar, por la misma red, una serie de mensajes desafiantes e irrespetuosos al periodista Daniel Samper Ospina, procedió también a borrarlos. ¡Qué falta de coherencia!

 Vladimir Flórez. Bogotá.

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