Farc: ¡sintonícense con el país, por favor!

Patricia Lara Salive
04 de junio de 2015 - 11:00 p. m.

LA FALTA DE SINTONÍA DE LAS FARC con la mayoría de los colombianos y el rencor que siente el expresidente Uribe hacia el presidente Santos constituyen las principales dificultades de este proceso de paz, pues para que fracase la paz de Santos (a él sólo le gustaría una paz hecha por él), Uribe está dispuesto a todo, y él, que es un monstruo político experto en el manejo de medios, lanza para lograrlo 10 o 20 trinos diarios repletos de odio que les llegan a sus casi 4 millones de seguidores y en los cuales desprestigia a Santos y el proceso de paz, y utiliza y amplifica las burradas que dicen las Farc y las torpezas que cometen en su afán por demostrar que aún pueden pelear esta guerra.
 
Y las Farc no se dan cuenta de que su principal batalla es lograr la refrendación popular de los acuerdos por la vía que escojan las partes: el referendo, la consulta popular o la constituyente…
 
Esa batalla ya se tornó angustiosa, porque el riesgo de que el pueblo no apruebe los acuerdos es alto, ya que las Farc no han entendido que, antes que cualquier cosa, deben conseguir que los colombianos las perdonen, que comprendan su punto de vista y que miren a sus miembros como a seres humanos. Y para llegar a esa meta tienen que decir y hacer cosas que toquen el corazón de la gente. ¡Pero deben sentirlas! De lo contrario no sirven…
 
Incluso, mientras siguen en guerra podrían desarrollar acciones de propaganda armada que, en vez de rabia, despertarían hacia ellas simpatía, como lo conseguía el M-19 cuando, por ejemplo, robaba camiones repartidores de leche, los llevaba a un barrio pobre, distribuía la leche entre los niños y luego abandonaba los vehículos... Y así, a base de realizar acciones militares con sentido político, populistas, si se quiere, y de dar entrevistas sintonizadas con el sentir de la mayoría, Jaime Bateman, líder de ese movimiento, siendo un jefe guerrillero ilegal y clandestino, contra quien también había procesos por cometer toda clase de delitos políticos y quien tenía igualmente a los dueños de los medios en su contra, logró voltear la opinión a su favor y llegó a tener más de 80% de simpatía en las encuestas. Y su influencia llegó a ser tal que a los candidatos Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur no les quedó más remedio que considerar en sus campañas su propuesta de paz, la cual ahora sigue tan vigente como entonces.
 
Pero las Farc (y el Eln), a base de realizar sabotajes a la infraestructura que dejan sin luz, sin agua, sin ingresos turísticos y sin sus propinas a los más pobres, o de atentar contra soldados y policías que son gente del pueblo, queridos por el país y a quienes ni siquiera las mismas Farc desean matar, lo que consiguen es que los colombianos cada vez las odien más por ser o por mostrarse tan destructivas y generadoras de dolor, y rechacen cada día más al presidente Santos por permitirles estar en La Habana y negociar con sus líderes acuerdos que les faciliten participar en política, cuando tantos colombianos preferirían verlos morir de viejos en la cárcel.
 
Sí, el principal obstáculo del proceso de paz es que, mientras Uribe es un genio político, las Farc, a pesar de que han aprendido algo, como lo demuestran las últimas entrevistas de Iván Márquez a El Espectador y de Pastor Alape a El Tiempo, nada que acaban de aprender, como lo refleja en su vaciada a El Espectador y a El Tiempo el comandante Timochenko.
 
(Por favor, comandante, no insulte más a los medios: ¡gánenselos!).

 

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