Feminismo insurgente y apertura del campo político colombiano

Columnista invitado EE
25 de julio de 2017 - 11:03 p. m.

Por: Daniela Rodríguez*

¿Cuál es el significado del enfoque de Género en los Acuerdos de paz alcanzados en La Habana (Cuba)? una feminista se lo cuenta.  Análisis.

Oriana Fallaci en su libro, Carta a un niño que nunca nació -de tintes autobiográficos- le expresaba a las células de vida que crecían dentro de ella, todas las implicaciones que tendría el que naciera niña o niño. Le decía, por ejemplo, que si era niño se cansaría mucho menos, que podría “desobedecer sin ser escarnecido, amar sin despertarte por la noche, con la sensación de estar cayendo por un pozo; podrás defenderte sin terminar insultado”. Por al contrario, si fuera niña, decía que tendría que robustecer y defender la idea de que “el pecado no nació el día en que Eva cogió una manzana: ese día nació una espléndida virtud llamada desobediencia”.

Abanderar la idea de la desobediencia -hablemos del país- implica abrirse camino en selvas espesas de la Colombia profunda, así como en las de cemento, las ciudades. Supone abrirse espacios en ámbitos públicos y transformar los privados; incluye irrumpir en la escena política del país con la convicción intacta de que la idea de la desobediencia no claudica así las vías que históricamente se utilizaron para hacer presencia política, sean cambiadas por unas vías que conduzcan por caminos menos hostiles que los de la guerra.

Las Tesis de Mujer y Género para el Congreso Constitutivo del Partido que presentan las excombatientes farianas, pretenden trazar un camino específico para la apertura democrática en Colombia. Estas tesis representan la desobediencia empeñada en la palabra que los fusiles no lograron acallar y especialmente, como todo acto insumiso, simboliza la responsabilidad histórica que las mujeres de la guerrilla más antigua del continente, tienen de cara a la re-incorporación a la vida civil y política legal.

Las tesis también encarnan la interiorización ética-política de la idea de que las mujeres no estamos para ser sólo acompañantes o simples sanchos en una lucha política por la defensa de los principios fundamentales para la vida digna, sino sujetas de reivindicaciones y propuestas políticas imprescindibles para las transformaciones necesarias que construyan condiciones de paz en el país.

Las Tesis de Mujer y Género para el Congreso Constitutivo del Partido aunque cortas en el papel, esbozan a grandes rasgos, los principales pilares de la perspectiva feminista del Partido o Movimiento político de lo que conocemos actualmente como Farc-EP. Son cuatro los elementos a distinguir y resaltar de este documento; primero, se reconoce al feminismo como una lucha y apuesta política fundamental en la transformación de la sociedad, lo cual se traduce en que el feminismo nunca más podrá ser considerado como una lucha subsidiaria de la izquierda, ni tampoco, un movimiento al cual se puede apelar únicamente en la retórica. El feminismo exige consecuencia y coherencia en el discurso y práctica de toda persona que asuma unos lineamientos ideológicos de la izquierda política.

El segundo elemento es la alusión a un feminismo propio, insurgente, que nace de la síntesis de la corriente de pensamiento político feminista histórico y de las condiciones propias del país, y que refleja un cierto acercamiento teórico y político al feminismo interseccional que se piensa las categorías y formas de dominación de forma imbricada.

Para hablar de la tercera característica de las tesis, es el hecho de que las insurgentes empiecen a considerar como fundamental un espacio propio. Importante la búsqueda de formas de empoderamiento colectivo, término que llama la atención porque brinda pistas del feminismo propio insurgente. Además, está la intención de impregnar el ambiente del nuevo partido, del pensamiento y acción emancipadora del feminismo. Esto, un poco como reflejo de la lucha que se están pensando en contra de esas frases como “eso es cosa de mujeres”, “allá ellas combatiendo contra el patriarcado”; por eso, la acción feminista dentro de su organización deberá trascender la pedagogía, y un indicador positivo es que las insurgentes conciban las nuevas masculinidades como una tarea política dentro de lo que será el partido o nuevo movimiento.

Frente al último elemento, hay que señalar que este feminismo se constituye como el respiro fundamental para el partido o movimiento de las Farc-EP para que pueda entrar a la escena legal del país con toda la fuerza y contundencia para la constitución de una paz digna para Colombia. Es decir, que la desobediencia interna y externa que constituye estas tesis y la apuesta firme de las feministas insurgentes, representa un aire de impulso y renovación no sólo necesario para lo que será el espacio político legal de los y las excombatientes, sino para todo el campo político del país. Y con desobediencia me refiero aquí a esa virtud que no cede, sino que propende cada vez por más logros y victorias; es la insumisión de no aceptar la invisibilidad como imposición histórica y, sobre todo, la apuesta siempre rebelde de plantar la cara a los retos que se vienen con la implementación de los Acuerdos alcanzados en La Habana (Cuba) y con la participación política. Lo que también implica una lucha en el plano mediático, ya que los principales medios de comunicación, parcializados con una  mirada masculinizada, no le han dado la suficiente relevancia a la importancia histórica de unos acuerdos con enfoque de género, por ejemplo, o a las concepciones feministas de una organización que pasa de las armas a la palabra como arma.       

Sin duda defender la desobediencia como virtud implica retos; enfrentarse a la sociedad machista, con sus roles tradicionales de género bien marcados, así como dar la disputa al interior de su organización para no marginar la lucha feminista y, sobre todo, establecer, mediante la articulación de esfuerzos con otras organizaciones de mujeres, la perspectiva feminista en Colombia. Son discusiones profundas que resultan de una pregunta: ¿cómo situar al feminismo en nuestro país? Pero es un avance que este tema esté alzando la mano en la escena política que se abre para Colombia, en donde a la muerte y la exclusión se le vetan con la esperanza del futuro y la vida misma queriendo nacer. 


 *Estudiante de la Universidad Nacional de Colombia, Miembro del colectivo feminista Blanca Villamil.

 

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