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¿Fin de las emisiones estadounidenses?

Hernán González Rodríguez
26 de diciembre de 2013 - 08:19 p. m.

Hace algunos meses parecía que el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, la FED, señor Ben Bernanke, terminaría su período de ocho años sin que su controvertido programa de imprimir dinero para comprar bonos sirviera para encaminar la economía de su país por la senda del crecimiento sostenido y sin desempleo.

Pero casi milagrosamente les comenzaron a mejorar sus indicadores económicos. Les bajó el desempleo, les aumentaron las ventas y las actividades manufactureras y la construcción de viviendas alcanzó el máximo tras la recesión de 2008. El Congreso aprobó, por fin, un presupuesto.

En estas circunstancias, anunció Bernanke que  la FED rebajaría de comprar bonos por 85.000 millones de dólares por mes a 75.0000, que esta adquisición de activos terminaría al finalizar el 2014, y que las tasas de interés permanecerían cerca del cero por ciento hasta 2015, cuando esperan crecer al 3% por año y tener un desempleo del 6,5%.

Numerosos analistas elogian el manejo de la crisis por el señor Bernanke. Evitó una depresión e inicio la reactivación.   Pero no faltan los que consideran prematuro encomiarlo sin ver los efectos secundarios de sus políticas a más largo plazo. “Espero vivir suficientes años para leer los libros de historia” les responde Bernanke.

A John P. Cochran, rector y profesor emérito de las Universidad de Denver, no lo tranquiliza  el nombramiento de la señora Janet Yellen para reemplazar a Bernanke en la FED.  Este amigo que opina desde el Von Mises Institute considera que la idea de imprimir dinero como cura del desempleo del señor Paul Krugman, no fue totalmente ineficiente ni perjudicial, pero sí resultó ser menos eficaz debido al comportamiento los banqueros, consistente en invertir, en congelar millones de dólares en bonos de la FED en lugar de prestarlos.

El temor de perder su dinero en la crisis le dio vía libre a la avaricia de los bancos. Afirma Cochran que antes de 2008 no tenían ellos excesos de reservas y que hoy tienen 2,5 billones de los de doce ceros en exceso, en sus arcas, sobre las cuales les paga la FED anualmente 625.000 millones de dólares.  Para forzar a los bancos estadounidenses a prestar, se ha propuesto cobrarles un interés sobre los dólares atesorados sobre las reservas normales. De recibir intereses pasarían los bancos a pagar sobre los excesos de reservas.

Pero ahí les surgirá el primer problema, cuando los bancos comiencen a prestar con sus exageradas reservas, les aparecerá el riesgo de una inflación alta. Recordemos que la base monetaria de los Estados Unidos se ha cuadruplicado durante los últimos años. El segundo problema emerge de que tras largos períodos de créditos cero o subsidiados se presentan las inversiones equivocadas, especulativas, las que generan y revientan burbujas. El crecimiento estable y sostenido exige que los bancos centrales defiendan las monedas sanas.

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