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Gasto militar ¿para qué?

Danilo Arbilla
25 de junio de 2010 - 09:03 p. m.

El gasto en armamento en América Latina parece que preocupa a nuestros gobernantes, o alguien, -no se sabe a quien entonces- , según surge de la última asamblea de la OEA, pero nadie habló de parar con las compras. En todo caso resolvieron pasarse datos.

¿Será que algunos querrán matar a los pobres para acabar con la pobreza o eliminar a los ricos para terminar con las desigualdades? ¿No habrá otros sectores para mejor asignar los recursos, siempre escasos? ¿Aplicarlos allí donde sean más necesarios y generen mejores resultados? ¿La educación, por ejemplo?

¿Para qué tanta armas? Es cierto sí, que siempre  hay algunos conflictos latentes  y es preciso mantener un cierto equilibrio que asegure la paz, pero no hay por qué irse a las nubes. Por supuesto que se entiende lo de Colombia con la presencia de una histórica guerrilla, algo venida a menos, pero asistida económicamente por el narcotráfico y por momento como se ha sospechado con fundamentos serios por el chavismo. Hay países militaristas como Chile y Brasil.

Este además tiene que asumir su gestión de “gendarme imperial“y no solo se trata de comprar armas, sino que también se pueden vender y Brasil es uno de los mayores productores de armamentos y no se va a perder el negocio. Como se sabe esta es una de las principales metas de la diplomacia solidaria y tercermundista de Lula.

Después está Chávez, siempre “de Shopping“de armas por el mundo: submarinos, aviones, destructores, misiles, barcos, tanques, cuchillos, tenedores, lo que sea; a Rusia, Francia, Irán, Moratinos, Idi Amin. En el caso de él se explica solo. Es el objetivo de siete magnicidios y los EEUU, una vez se quiten de arriba a Afganistán e Irán le van a declarar la guerra. Hasta tanto, el Comandante no se quedará quieto, hará siete elecciones más que como Stroessner ganará y, justicia mediante, tratara de clausurar algún canal de televisión más y meterá a la cárcel algunos periodistas y renacionalizará PEDEVESA.

Antes de las dictaduras militares, en Latinoamérica las compras de pertrechos y armamento era una forma de mantener contentas a las fuerzas armadas. Se le daban juguetes para que se entretuvieran, decían los políticos baqueanos... Además, los generales se llevaban los suya y, como se decía, “no había general que soportara  un cañonazo de un millón de pesos“. De esa forma no se salían de los cuarteles, cómodos, buen pasar, muchos revólveres, jugaban a la guerra con los vecinos, aburguesados, no molestaban. Se equivocaron.  Y poco se pelearon entre ellos, más bien hicieron el plan Cóndor.

La apertura democrática en más de un país vino acompañada al principio de una cierta tutela militar. Chile fue un ejemplo. Brasil es otro. En varios países una forma de ir quitándoles peso fue a través del presupuesto. Fue la menos agresiva, pero no la menos efectiva. Se les debilitó y quito poder, lo que permitió luego revisar sus actuaciones del pasado, no en todos lados como en Brasil, y juzgarlos.

Hoy las FFAA  están sometidas, como corresponde, a los gobiernos legítimos y a sus respectivas constituciones. Incluso a aquellas mismas constituciones que ayer violaron y a aquellos gobiernos ocupados por quienes no hace muchos eran sus acérrimos enemigos. Como contrapartida aumento el presupuesto militar.

Todo bien, pero como decía un amigo mío, despacito y por las piedras. Con los perros ovejeros,  hay que cuidar que no muerdan las ovejas, porque si le toman el gusto a la sangre, estamos perdidos, se nos comen todas las ovejas.

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