Gazapera

Columnista invitado EE
29 de diciembre de 2014 - 02:00 a. m.

Nostalgia de las palabras

Hoy, como todos los finales de año, haré algo diferente, más sentimental que académico. No sin antes desearles a los lectores, a los directivos y al personal de El Espectador un 2015 lleno de satisfacciones.

La plaza

Me niego rotundamente a llamar «parque» a la plaza de mi pueblo, Sopetrán, y a la de cualquier otro pueblo o barrio de Medellín que la tenga. Esta es la historia, muy recortada por la escasez del espacio: hasta finales del siglo XIX el mercado era costumbre dominical en pueblos y ciudades (todas pequeñas) y se hacía en lugares públicos abiertos, es decir, en las plazas. De tal manera que «ir a la plaza» los domingos era expresión sinónima de «ir a mercar». Cuando las ciudades empezaron a crecer se hizo necesario un lugar cubierto para el mercado, de tal manera que se pudiera «ir a la plaza (mercar)» cualquier día de la semana.

En mi caso, cuando mis padres resolvieron volverse citadinos (1949) ya en Medellín ir a la plaza era ir a un lugar cerrado. En el barrio Guayaquil se podían ver los tres conceptos uno junto a otro: la plaza de Cisneros, lugar abierto con la estatua de Francisco Javier Cisneros en el centro; El Pedrero, lugar abierto en el que se podía mercar cualquier día de la semana, y la Plaza Cubierta de Mercado El Pedrero, llamada erróneamente «Plaza de Cisneros». Hoy esos tres lugares dieron paso a uno solo, abierto y sin mercado: con el nombre de plaza de Cisneros, pero que al Municipio le ha dado en llamar, «Parque de las Luces», un lugar lleno de postes y al que la estatua de Cisneros le hace el desaire mirando hacia la avenida Alfonso López Pumarejo (conocida como Avenida del Ferrocarril) desde el otro lado de la avenida San Juan. Qué enredo.

En la década del sesenta del siglo pasado los pueblos decidieron seguir el ejemplo de las ciudades y comenzaron a trasladar el mercado semanal abierto a un mercado diario cubierto. La elección popular de alcaldes instituida a finales de la década del ochenta propició esta labor, pues los alcaldes por voto popular deben construir obras para no perder sus audiencias (término nuevo que no sé qué significa).

*Sófocles

gazapera@gmail.com 

 

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