Gobierno colombiano y ELN tienen el desafío de distensionar y avanzar

Columnista invitado EE
30 de julio de 2017 - 05:11 p. m.

Por: Luis Eduardo Celis*

Está en desarrollo la tercera ronda de diálogos y negociaciones entre el gobierno Colombiano y el Ejército de Liberación Nacional. Las delegaciones presididas por Juan Camilo Restrepo y Pablo Beltrán han trabajado desde la primera semana de febrero en dos rondas desarrolladas de febrero a abril y de mayo a finales de junio. Contabilizando cerca de 80 jornadas de trabajo, se han propuesto darle un salto de calidad a una mesa que no genera mayores expectativas positivas, aún.

Estas dos primeras rondas han servido para que cada una de las partes coloque sus consideraciones y propuestas sobre los temas que de manera simultánea han trabajado: cómo adelantar la participación y cómo pactar un conjunto de ¨dinámicas humanitarias”, para distensionar el conflicto y poder llevar adelante la mesa sin tiros ni sobresaltos.

La participación de la sociedad en el desarrollo del proceso es la energía para construir las transformaciones que pacten, con legitimidad social, las dos partes, debe ser según lo firmaron en la agenda que guía el proceso: dinámica, activa, plural e incluyente, todos estos calificativos, hablan del reto de convocar sociedad diversa y que desde unos ejercicios de participación, se puedan concertar temas para pensar en nuevas realidades, que tienen dos referentes: regiones y temas de políticas públicas estructurales.

Las dos partes tienen ya un “preacuerdo” para ese reto de participación, donde han establecido de manera sensata y pragmática, escuchar una diversidad social e institucional, en unas audiencias para que de allí salga una ruta de esa participación, que lleve a buen puerto esta mesa, tarea posible y lograble.

En el punto de “dinámicas humanitarias” el gobierno ha insistido y persistido en el delicado y repudiado tema del secuestro, punto en el que el presidente Santos ha sido el primero es reiterar que no es posible avanzar en esta mesa si no hay un compromiso con una práctica violatoria de la dignidad humana el DIH y por el cual amplios sectores de la sociedad se han movilizado desde hace dos décadas y cuya sanción legal se endureció con el liderazgo de Francisco Santos.

Del lado del ELN, ellos han colocado el delicado e igualmente repudiable asunto de la criminalidad contra líderes sociales, que se mantiene, por lo menos y sin exagerar desde el 15 de octubre de 1914, cuando en las escalinatas del Capitolio Nacional, en plena Plaza de Bolivar en Bogotá, fue asesinado el dirigente liberal Rafael Uribe Uribe y el último fue Ezequiel Rangel, dirigente Campesino del Catatumbo e integrante de Ascamcat – Asociación Campesina del Catatumbo- y líder de la Marcha Patriótica, asesinado el lunes 17 de julio del año en curso, en el municipio de El Carmen.

El Gobierno insiste en secuestro y el ELN en protección de los líderes sociales y la finalización de la criminalidad en su contra. Son dos dinámicas de naturaleza diferente, con lógicas y responsables diferentes, pero en ambos temas se pueden hacer compromisos y avanzar en su superación, lo cual no es fácil en la criminalidad contra la dirigencia social, porque se les dispara desde muchos lados y por muchas motivaciones, pero por supuesto que hay que seguir trabando en protección, prevención, investigación y sanción.

Igualmente han surgidos otros temas en el punto de “dinámicas humanitarias”: desminado conjunto, la delicada situación carcelaria en general y los presos del ELN en particular, la suspensión de ataques a la infraestructura petrolera y energética, las comunidades que sufren desplazamiento o están confinadas en zonas de confrontación armada, el tema de los menores en el conflicto, las judicializaciones contra dirigentes sociales y en  todos estos temas importantes las partes pueden hacer compromisos concretos y verificables.

De manera un poco sorpresiva y que hay que reconocerle al gobierno por su apertura, las dos partes han afirmado que tienen interés y discutir sobre un cese bilateral de fuegos, a lo que el gobierno le ha colocado como complemento lo de las “hostilidades”, que a mi juicio son muy coincidentes con el punto de “dinámicas humanitarias”.

Por iniciativa de la Conferencia Episcopal, quien juega un activo y discreto papel en este proceso, las partes han colocado la venida del Papa Francisco, como un horizonte cercano para lograr acuerdos y mayor dinámica en este proceso, que sigue teniendo poco respaldo ciudadano, mucho pesimismo y desazón en muchos sectores gremiales e instituciones, pero que es central, si queremos pasar la página de más de medio siglo de rebelión armada.

Juan Camilo Restrepo y Pablo Beltrán, las delegaciones del gobierno Colombiano y del ELN, tienen en esta tercera ronda de diálogos y negociaciones el deber y el reto de lograr pactar unos puntos humanitarios, iniciar las audiencias para participación y empezar el intercambio para acordar un cese bilateral de fuegos y hostilidades, puntos delicados, pero donde ya hay avances importantes y posibilidades de lograr acuerdos.

El tiempo que le resta al gobierno es poco y si queremos una participación plural, dinámica, incluyente y activa, hay que pactarla en agosto y desarrollar una primera fase entre septiembre y diciembre, tiempo razonable para bosquejar lo que es posible pactar para una democracia para la paz y unas transformaciones que le den cuerpo a un acuerdo de paz.

*Asesor de la Red de Programas de Desarrollo y Paz, REDPRODEPAZ.

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