¡Gracias, Mafalda!

Juan Pablo Calvás
30 de enero de 2014 - 05:53 p. m.

Hace 50 años Quino describió en las aventuras de una niña de 5 años la situación del mundo en que vivía. Hoy todo sigue igual.

Aún recuerdo los 10 álbumes impresos en papel periódico y empastados en cartón de colores vivos donde leí todas las historietas de Mafalda. No debía tener ni diez años cuando descubrí ese tesoro en la habitación de mis hermanos mayores y empecé a disfrutar cuadrito por cuadrito las aventuras de una infantil habitante del barrio San Telmo de Buenos Aires llena de inquietudes políticas y sociales. Confieso que en aquel entonces no comprendía la profundidad de su humor, pero gozaba con las historias que giraban en torno al tacaño de Miguelito, la enamoradiza Susanita, el brillante Felipe y los abnegados y sufridos Raquel y Ángel.

Ahora repaso esas tiras cómicas y descubro que Mafalda es como el Chespirito de los impresos: no envejece y sigue sacando carcajadas, aunque a veces resultan dolorosas. Sin embargo, hay un gran abismo entre el Chavo del Ocho y Mafalda. Mientras el primero maneja un humor sencillo, con chistes que se repiten y situaciones llevadas al extremo, la segunda se decanta por un humor lleno de subtextos, donde lo político, lo social y lo económico se mezcla con el día a día de una pequeña niña que va a la escuela.

Lo dramático es que las preocupaciones de aquella Mafalda de 1964 son las mismas que tenemos hoy, 50 años después. El racismo, las guerras, el rol de las Naciones Unidas, la China, la inflación, el papel de las mujeres en la sociedad, la violencia en la televisión, el autoritarismo, la burocracia y muchos otros asuntos que hoy son titulares de prensa ya estaban presentes en el mundo en que creció. ¿Será que cincuenta años es muy poco para que el mundo muestre una cara diferente? ¿Para evolucionar hacia una sociedad un poco mejor como soñaba de manera utópica la pequeña Mafalda?

En los libros son 1908 tiras las que cuentan la historia de la niña con las preocupaciones más adultas. No sé de donde salió tanta gasolina para que Quino llegara tan lejos en solitario, supongo que también fue por eso que casi 10 años después de haberla creado le puso punto final.

¡Gracias, Quino por inventar a Mafalda! Gracias porque es por ella que “pichiruchis” como yo sabemos que sufrimos “sopofobia” y lamentamos no contar con “Nervocalm” (ahora en grageas).

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@colombiascopio

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