Grandes problemas, pequeños debates

Daniel Pacheco
06 de junio de 2017 - 02:30 a. m.

Y PEQUEÑOS PROBLEMAS, GRANDES debates. Antes de empezar les reconozco que eso de decir cuáles son los grandes problemas y los pequeños problemas es problemático y odioso. Cada quien tiene sus problemas, y esa es generalmente la medida para definir si es grande o no: si el problema es de uno. Tal vez los ejemplos, los problemas, sean más ilustrativos.

En el tema de la adopción, entre 2011 y 2016, el número de niños bajo la tutela del ICBF en condición de “vulnerabilidad”, es decir, que no se pueden adoptar porque no se ha definido si alguien los está buscando, pasó de 4.301 a 9.438. Muchos de ellos pasan años siendo “vulnerables”, y nunca tienen la oportunidad de ser adoptables. Al mismo tiempo, la cantidad de adopciones al año en Colombia desde 2010 hasta la fecha ha caído cerca del 50 %, según reportó Caracol Radio con cifras del ICBF.

Pero en la política, en la opinión, el debate alrededor de la adopción de niños ha sido el de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, de las cuales hay apenas cuatro pidiendo niños en adopción. Poco, muy poco en comparación al referendo de Viviane, se ha hablado, debatido o tratado de solucionar en algo el problema de que cada vez más niños sean criados por el Estado, y más aspirantes a padres se queden sin serlo. La ideología, el trasfondo acerca de derechos y religión, logra congregar ideas y discusiones mucho más que el bienestar de los niños. Y eso que, paradójicamente, el bienestar de los niños era el argumento fundamental de ambos bandos en el debate sobre adopción gay.

Otro ejemplo: el futuro de la economía del país. Desde hace varios meses algunos de los columnistas economistas más influyentes (Holmes, Perry, Montenegro, Restrepo y Kalmanovitz) vienen llamando la atención sobre un problema estructural de bajo crecimiento en la economía. Su diagnóstico habla de una economía que depende de las exportaciones del petróleo en un país al que se le va a acabar el petróleo en cinco años.

Pero en la política nacional el debate económico es pobre. Desde el Gobierno se resume en programas marginales de estímulos, acompañado de un optimismo ciego y súplicas con pocos argumentos contra el pesimismo reinante. Desde la oposición, la derecha oscila entre un tremendismo delirante (según Álvaro Uribe, no estamos en recesión por el dinero que entra del narcotráfico) sobre cómo vamos rumbo al castrochavismo, con críticas simultáneas a una reforma tributaria de corte liberal, al mismo tiempo que ofrece un apoyo soterrado a las protestas de sectores sociales que buscan una expansión de los servicios del Estado.

Los casos anteriores hablan de dos factores que afectan el debate público alrededor de los grandes problemas. El primero es un desbalance entre la ideología y la realidad. Entre las discusiones sensuales sobre ideas y principios que olvidan lo que está pasando de hecho en el país. El segundo, menos sexi y más problemático, es que los temas serios se pusieron al servicio de intereses políticos de corto plazo, como tal vez no había ocurrido antes. Y aquí la politización no es el problema. El problema es la demagogia.

@danielpacheco

 

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