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Grecia: Últimas alarmas

Juan David Ochoa
08 de febrero de 2013 - 11:00 p. m.

Desde el suburbio, entre la gran indiferencia de una Europa torturada y abatida en el terror de los derrumbes económicos, el partido radical Amanecer dorado, xenófobo y nacionalista, fundado en las cenizas de la gloria de Grecia, incrementa sus adeptos en las calles del hambre y multiplica sus cabezas en las cúpulas, (18 diputados en el parlamento Helénico).

El tercer partido en las encuestas de intención de voto, inscrito en el símbolo invertido de la esvástica, mayoritariamente idolatrado por sectores juveniles, asciende entre el pavor de quienes sienten la evidente relación con los principios de la historia inefable de Alemania.

Las causas son ampliamente similares. Las excusas, exactas. La misma crisis económica y moral que impulsa a la común aparición de chivos expiatorios ( inmigrantes), el mismo discurso del renacimiento cultural en el fervor del chovinismo, la misma propaganda atractiva de los saneamientos en la industria, la misma y conocida atención particular a los obreros, la exacta figura del mesías sobre masas misérrimas, Nikolaos Mihaloliakos; matemático y poeta, pilar omnipotente del partido, antiguo huésped de distintas cárceles por activismos racistas, refleja una coincidencia fatal con el mediocre y díscolo pintor de Austria que en las tétricas cervecerías de Múnich emprendía la carrera en el infierno.

Su discurso es evidentemente desnudo, directamente amenazante. Su concepto general sobre la inmigración lo deja claro en una frase contundente... “son una suerte de subhumanos trayendo a nuestro país toda suerte de enfermedades”. enfermedades claramente utilizadas como metáforas del desprestigio social desde el alud de la influencia, exactamente igual a las metáforas hirientes del nazismo mítico.

Pero el problema real no se suscribe en la existencia de un partido peligroso que figura en las primeras luces del poder. El problema radica en el terror pragmático de una evidente fusión entre la policía griega y el partido, vínculo que empieza a actuar en la arbitraria detención de ciudadanos extranjeros, en el hostigamiento continuo a propiedades, (tiendas y mercados), en las palizas clandestinas a inmigrantes noctámbulos, en la insistente humillación que empieza arder entre un rumor evolutivo que acelera su calor cuando un sistema económico y continental se hunde.

Este acelere pareciera hipotético y simbólico. No lo es. Amanecer Dorado ha empezado a propagarse mundialmente, mutando en nuevos nombres y estructuras, como la Forza Nova en Italia y una sede del partido griego en Nueva York.

Es posible que el fenómeno se extinga entre el contexto turbulento y que se olvide sin mayores trascendencias, o que detenga su fiebre en la presión de los países aledaños. Es posible, también, que el mundo ignore el nacimiento leve de este escándalo, y que lo crean imposible, permitiendo que el partido mute al fin en la fatídica bestia que bañó en bombas y sangre al siglo XX, sin poderse desprender aún el tiempo de su fetidez.

Tampoco Alemania creyó que un monstruo histérico tendría el mínimo de aceptación en su delirio. Tampoco lo pudieron creer cuando encontraron a Europa evaporada en polvo.

 

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