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Guerras religiosas

Marcos Peckel
12 de junio de 2012 - 11:00 p. m.

Muertos y heridos ha dejado la violencia religiosa entre budistas y musulmanes en el occidente de Myanmar, en momentos en que ese país hace grandes avances en su proceso democrático en el que los monjes budistas jugaron un rol fundamental.

En Nigeria la milicia musulmana Boko Haram, aliada con Al Qaeda, lleva a cabo una campaña de exterminio contra la población cristiana del norte, asesinando a miles, incendiando iglesias y destruyendo escuelas.

En Pakistán, radicales sunitas asesinan a feligreses chiitas en mezquitas, calles, autobuses y mercados. En varios países de Oriente Medio se radicaliza el conflicto entre musulmanes sunitas y chiitas, fomentado por el conflicto regional entre Arabia Saudita e Irán. En el Egipto de la Primavera, la comunidad cristiana copta, una de las más antiguas de la cristiandad, ha sufrido numerosos atentados a sus iglesias por parte de grupos radicales islámicos, con un saldo de centenares de víctimas. La comunidad cristiana de Irak ha sido prácticamente aniquilada por grupos jihadistas.

En Tailandia musulmanes enfrentan a budistas, en Sri Lanka concluyó hace un par de años la sangrienta guerra civil entre budistas e hindúes, y en la India prevalecen las tensiones entre la mayoría hinduista y la minoría musulmana, que en el pasado han sido foco de masacres y retaliaciones. Hace unos meses nacía el país miembro 193 de la ONU, con la violenta separación de Sudán del Sur cristiano de su par musulmán del norte. En la próspera Malasia los cristianos son perseguidos por el régimen musulmán.

El conflicto palestino-israelí, territorial y político en esencia, ha sido secuestrado por extremistas religiosos de ambos bandos, lo que dificulta sobremanera su solución. En Bosnia y Kosovo una tensa calma prevalece entre cristianos ortodoxos y musulmanes después de las encarnizadas guerras de finales del siglo. El Cáucaso ruso es foco de una guerra separatista de la mayoría musulmana.

La Primavera Árabe ha desatado las fuerzas del islam político. En Marruecos, Egipto y Túnez los vencedores en las primeras elecciones libres han sido partidos islamistas. En la cuna del laicismo, la Francia de la Revolución, la propuesta de constitución europea fue derrotada en un referendo, entre otras razones, porque su texto pretendía ignorar los orígenes cristianos de la civilización europea, continente que enfrenta dificultades con su minoría islámica.

En 1979, la revista Time exhibía en su portada: “Dios está muerto”, simbolizando, erróneamente, el desahucio de la religión de los asuntos de Estado y de las relaciones internacionales. No sólo Dios no está muerto, sino que en pleno siglo XXI arrecian en el planeta los conflictos religiosos. La religión y la política se fusionan en un explosivo coctel donde la fe se convierte en faro de políticas de Estado y de causas de lucha, demostrando que la religión, que hace parte integral de la cultura de los pueblos, no puede ser relegada así lo quieran intelectuales y políticos.

 

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