¿Habemus fiscal?

José Roberto Acosta
02 de septiembre de 2017 - 03:00 a. m.

Razón tenían quienes se opusieron a la escogencia de Néstor Humberto Martínez Neira como fiscal general de la Nación. Ni el más retorcido de sus críticos hubiera imaginado los graves entuertos que se le han conocido por cuenta de las investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

Martínez no ha sido capaz de informar al país las razones e intereses que lo llevaron a nombrar al corrupto Luis Gustavo Moreno en la estratégica Unidad Nacional Anticorrupción y aún se resiste a declararse impedido en las líneas de investigación de Navelena y Ruta del Sol II, donde es fiscal y parte.

Para aquellos que lo defienden por ser un “abogado exitoso”, cabe recordarles el fracaso que tuvo como apoderado de Hoteles Estelar, que buscó apoderarse fraudulentamente del hotel Almirante en Cartagena, donde lo grave no fue perder, sino haber perdido haciendo trampa, a tal punto que los árbitros del tribunal afirmaron en su laudo del 29 de septiembre de 2011 (p. 112) que “en virtud de los hechos descritos en el presente acápite y en las pruebas que obran en el expediente se podrían haber configurado conductas tipificadas por los artículos 453 y 454-B del ordenamiento criminal, el Tribunal ordenará compulsar copias del expediente a la Fiscalía General de la Nación para que adelante las investigaciones que considere pertinentes”. Lo extraño es que dicha compulsa de copias se refundió, sin que hasta la fecha se sepa qué pasó con tan valiente denuncia.

Dirán sus defensores que la “objetividad” de Martínez está probada por haber ordenado cárcel a su antiguo cliente, José Elías Melo Acosta, expresidente de Corficolombiana, dueña de Hoteles Estelar. Sin embargo es importante que la Fiscalía aclare si es cierto o no que los correos institucionales de Melo en Corficolombiana, entre los años 2009 y 2014, están desaparecidos o incompletos pues, de ser cierto, se omitió haberlo acusado por falsedad, delito mayor que enderezaría esa línea de investigación.

Pero Martínez despista hábilmente con el cuento de los traperos de las Farc o con falsas denuncias de infamia y calumnia contra sus detractores o con hallazgos de corrupción, pero sin nombre propio, para ocultar que en sus “bolsillos de cristal” suenan las monedas de Odebrecht y hace grave daño a la nación. ¿Qué tal si los gringos no espolearan a Martínez?

@jrobertoacosta1jrobertoacostaopinion@gmail.com

 

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