Harold Mosquera al natural

Antonio Casale
24 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.

La hinchada de Millonarios necesita ídolos, triunfos importantes y títulos que le devuelvan la fe que en muchos casos está embolatada. Harold Mosquera se metió en el corazón de la hinchada muy rápido.

Siempre será un buen mensaje que un canterano cambie el rumbo de los partidos. Los jugadores de la casa gozan de un cariño especial. Por un lado, porque son el resultado del trabajo de las divisiones menores del club, que hace rato no se ve; por el otro, sentir que hay alguien como el hincha promedio, que viene de abajo, que lucha todos los días para surgir y lo logra, crea empatía con el público.

Mosquera, que anotó sus dos primeros goles como profesional el miércoles en El Campín, a Tolima, es de la cantera. Pero hay dos detalles que hicieron que su noche de amor con la hinchada fuera más mágica aún.

Con gran naturalidad decidió no celebrar esos dos goles. Cualquiera se hubiera ido corriendo a celebrar con los comandos. Los jugadores saben que esas son oportunidades únicas para ganarse el crédito con la hinchada. Pero Mosquera no los celebró, apenas esbozó una sonrisa tras el segundo tanto. Esto nos lleva al segundo hecho. La razón por la que no gritó a rabiar sus dos primeros momentos de gloria es que su señora madre está siendo sometida a tratamiento para superar un cáncer. De manera natural, Mosquera decidió que la situación no amerita grandes alegrías.

Dos goles y muchos “matripuntos” para Mosquera en su relación con la hinchada. Estos últimos quizás más importantes por el ejemplo que representan. En tiempos en que los jugadores preparan el más mínimo detalle para hablar, celebrar, actuar dentro de la cancha, porque saben que el público está pendiente de todos los movimientos, Mosquera, sin pensarlo, fue natural, hizo lo que su corazón le pidió.

El camino es largo para Harold. Él sabe que esto hasta ahora comienza. Tiene talento, goles y humildad para llegar lejos. El futuro nadie lo sabe, pero el presente lo tiene asegurado. Ahora hay millones de hinchas que oran en las noches por la salud de su señora madre. Ahora, también, muchos niños les pedirán a sus papás que los lleven al estadio para ver a Mosquera. El de Harold es uno de esos casos que ya poco se ven el fútbol, todo gracias a su naturalidad.

 

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