Hebe y los 007

Danilo Arbilla
17 de mayo de 2017 - 02:20 a. m.

Hebe de Bonafini, la famosa presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo fue procesada por un juez federal argentino por “defraudación a la administración pública”. Junto a la octogenaria “defensora” de los Kirchner y de los DD. HH.,  también fueron procesados los hermanos Pablo y Sergio Schoklender, en su momento directos colaboradores y apoderados de Hebe y dos exfuncionarios del Ministerio de Obras Públicas. El asunto tiene que ver con una “desviación” de dineros del Estado destinados a un plan de viviendas para gente humilde. Parece que la titular y máxima jefe del programa era Hebe. El monto en juego no es chico, son unos 13 millones de dólares.

Dijo que se sentía “honrada” de ser procesada “por este gobierno y este Poder Judicial” y que era el precio que tenía que pagar por denunciar al gobierno del presidente Macri. Sin embargo, se trata de una investigación y proceso judicial iniciados en el 2011 cuando su amiga y líder Cristina Kirchner era quien “mandaba” en Argentina. Quizás, incluso, esa fue la razón de que se haya “demorado” un poco.

Pero Hebe ni va al juzgado —se dio ese lujo— ni se calla. En eso es coherente. Y no es hipócrita, según ella misma. Recordemos que festejó la caída de los Torres Gemelas: “Por primera vez le pasaron la boleta a Estados Unidos… no me dolió para nada el atentado… Estoy contenta…”.

Del presidente Macri, cuando era gobernador de Buenos Aires, y del entonces jefe de la Iglesia argentina, arzobispo Jorge Bergoglio (hoy papa Francisco) dijo que eran “basura”, “fascistas” y “cómplices” de la dictadura. Hoy es amiga del papa, parece que no se había dado cuenta de que era bueno y “progresista” (Francisco la ha invitado al Vaticano, más algunos otros halagos y mimos); pero cuando no eran amigos —¿y correligionarios?— Hebe hizo “sus necesidades”, así lo dijo ella, en el altar mayor de la Catedral de Buenos Aires a cargo de Bergoglio.

De los Schoklender, procesados junto a ella, dijo que “son unos estafadores y traidores”... La muy defensora de los DD. HH. ha dicho que “los jueces de la Corte son un turros, que reciben plata por fallar”. Del Parlamento dice que es “nada mas que un nido de ratas... y víboras”.

No hace ni tanto, dirigiéndose públicamente al presidente Macri le “anunció”: “Te vas a caer solo, hijo de puta”.

Y no pasa nada.

Hebe de Bonafini parece tener licencia para cualquier cosa, más que el legendario agente 007. También parecen tenerla algunos otros, como Lula, que amenaza al juez que lo interroga (razón por la cual ya debería ir preso, como ocurriría en donde funcione un “Estado de derecho” legítimo, que se respete y se haga respetar). Lo mismo pasa con Cristina Kirchner y sus virulentos “alegatos”. Ella es una "víctima", “una perseguida política”. Lula lo mismo. Este, buscando salvarse, lanza su candidatura, dice “que el pueblo me juzgue”. ¿Y cómo hace el pueblo para interiorizarse de expedientes de miles y miles de hojas relativos a estafas de más de 3.000 millones de dólares, sobre las cuales un fiscal ha dicho que Lula era el jefe de la banda? 

Lástima que los ladrones de gallinas, los que tanto preocupaban a Lula en el pasado, no puedan “candidatearse” a la presidencia para que “el pueblo los juzgue”. Van presos directamente; no tienen el chance de Lula.

A ellos, a Cristina y a Lula, los investigan y acusan por varios casos de corrupción. Y ella pasea por Europa y él, que enarbola su condición de “obrero metalúrgico”, luce sus trajes de alpaca cuyos precios equivalen por lo menos a cuatro o cinco salarios mensuales de los verdaderos obreros metalúrgicos.

Mientras tanto, en Venezuela, Nicolás Maduro mete en la cárcel a los dirigentes políticos opositores y mata en la calle al pueblo que le reclama que cumpla con la Constitución. Con lo que dice y establece la Constitución Bolivariana hecha por Hugo Chávez y a la que Maduro hoy quiere botar a la basura y hacer otra que le asegure continuar en el poder.

Por supuesto que Hebe, Cristina y Lula apoyan y siempre han apoyado al “régimen chavista”.

Esta es la realidad. Mientras el progresismo populista y autoritario continúa gobernando en varios países —a sangre y fuego en el caso de Venezuela—, en aquellos en que se ha recobrado la democracia se nota falta de firmeza en líderes políticos y jueces para, solo y simplemente, aplicar y hacer respetar la ley.

 

 

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