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Heidegger, ¿“un terrible filósofo”?

Cristo García Tapia
23 de enero de 2014 - 03:55 p. m.

Vaya si causa asombro la ligereza del redactor de Semana, edición #1654, cuando para descalificar la militancia política del filósofo alemán Martin Heidegger, empieza por despojarlo de su condición natural: la de filósofo.

Y como si aquella ligereza le diera patente para arrebatarle toda su investidura intelectual al autor de El ser y el tiempo, con imprudencia de esquilador va cortando, con el cuchillo sin filo de la ignorancia, los hilos indestructibles que entretejen el constructo de pensamiento de quien, independiente de su militancia política, es el filósofo más grande de la modernidad.

Como uno más de esos predicadores que se paran en los semáforos a amenazar a los transeúntes con la condenación eterna si no se convierten, nos anuncia un nuevo apocalipsis: el “desplome” de la “reputación” de alguien que nunca negó sus militancias, disidencias, creencias y acciones políticas, ora afines ya independientes de su concepción filosófica.

Cuando en Noviembre de 2001 empecé a leer una biografía de Martin Heidegger, “Un maestro de Alemania”, de Tusquets Editores, escrita por Rüdiger Safransky, y ante la sorpresa del biógrafo de que las andanzas políticas de Heidegger todavía produjeran espasmos, tuve la precaución de anotar al pie de página lo siguiente: ¿Por qué asumir una posición política tiene que y debe producir espasmos? ¿Le está vedado, acaso, al filósofo, al intelectual, expresar y hacer militante su opinión política?

Igual que entonces, sigo creyendo que el “gran instante histórico” y “la voluntad de poder”, entre tantas vividas por el filosofo alemán, vienen a configurar razones de peso, “filosóficas” las llama Safransky, para preguntar y responder a la vez, el por qué de la militancia política de aquel, justo en el instante histórico en el que convergían en Alemania el nacionalsocialismo, Hitler y la voluntad de poder siempre consentida por el pensamiento alemán.

Saber de la militancia política, y de la religiosa, en Heidegger, además de noticia vieja, no es argumento sostenible para convertirlo en “terrible filosofo”, ni le da potestad a la Academia para “reconsiderar todo lo que se ha dicho sobre su filosofía”, si es que los predicadores de semáforo creen que por aquella va a ser decapitado y arrojado su corpus filosófico en el foso del olvido.

¡Cuán equivocados están!

Por el contrario, y más allá de los intereses políticos en juego, su filosofía del ser-ahí, cuanto logra es reafirmarse en el hombre, en el instante histórico, en la voluntad de poder. Y todo, en una concepción filosófica del ser, del hombre, rescatada y exaltada por Heidegger de la filosofía griega.

¡Pobre Heidegger! Ahora sí va a desaparecer de la faz de la historia, escribirá la canalla.

*Poeta

@CristoGarciaTap

elversionista@yahoo.es

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