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Hitler y Videla mundialistas

A propósito de la final del Mundial Brasil 2014 entre Alemania y Argentina.

Nelson Fredy Padilla C.
13 de julio de 2014 - 03:48 p. m.

Fue Benito Mussolini y el ministro de propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, quienes convencieron a Adolfo Hitler de que “ganar un partido de fútbol es más importante para la gente que capturar una ciudad del Este”. Viendo el impacto popular de los Juegos Olímpicos, el dictador italiano intentó quedarse con la sede del primer campeonato del mundo en 1930. Pero Jules Rimet era presidente de la Fifa y consideró que los efectos de la I Guerra Mundial todavía eran tan fuertes en Europa que merecía hacerlo Uruguay por el centenario de su Constitución.

En 1934 ‘El Duce’ se salió con la suya e Italia ganó el mundial con arbitrajes amañados. Tanto jueces como jugadores debían hacer el saludo nazi. Mussolini conminó a Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol:

—No sé cómo hará, pero Italia debe ganar este campeonato.
—Haremos todo lo posible…
—No me ha comprendido bien, general… Italia debe ganar este Mundial. Es una orden.

El de 1938 fue en Francia y un sólido equipo italiano ayudó a los intereses dominantes del dictador bajo el lema “vencer o morir”. Hitler manipuló los Olímpicos de Berlín en 1936 y convirtió el fútbol en el deporte de las camisas negras con crímenes como obligar al equipo de Austria a fusionarse con el de Alemania para la Copa Mundo de 1942. Los jugadores que no quisieron fueron asesinados, incluido el gran Matthias Sindelar que en el partido de despedida de su selección lideró la victoria sobre la del ‘Führer’. En 1939 apareció muerto en su casa junto a su esposa, envenenados con gas. La misma suerte corrieron tres años después los desnutridos jugadores del Dinamo de Kiev por osar ganarle al equipo de la fuerza aérea alemana 5-3 en la ocupada Ucrania.

El mundial del 42 se iba a disputar en el Brasil de la dictadura de Getúlio Vargas y Hitler intentó quitarle la sede, pero se desató la II Guerra Mundial. Brasil pudo hacerlo en 1950. El país del ‘jogo bonito’ de México 70 participó patrocinado por la dictadura e incluso con los jugadores viajó un torturador del régimen. Por estos días aquí en Brasilia se revisan las cicatrices al cumplirse medio siglo del último periodo dictatorial.

El trasfondo de Argentina 78 es similar al de Italia 34. Los generales al mando de Jorge Rafael Videla intrigaron para lograr la sede y para que su selección venciera. Quien mejor me lo explicó fue el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez en una entrevista sobre ‘Purgatorio’, la novela que publicó antes de morir en 2010. Es su mirada al periodo en el que al menos 15 mil argentinos fueron asesinados y otros tantos desaparecidos, muchos de ellos durante el mundial. Él denunció la masacre de Trelew, fue incluido en la lista de condenados, alcanzó a huir al exilio y lloró en Venezuela viendo al dictador celebrar los goles de Kempes. Admirable el valor civil del holandés Johan Cruyff al negarse a ir a ese circo y la protesta simbólica de sus compañeros que perdieron la final 3-1 y no saludaron al generalato. El argentino era un gran equipo de fútbol, pero su estrella está manchada. Duele ver la foto de Videla, vestido de civil, levantando los pulgares mientras los jugadores de la albiceleste le ofrecen el trofeo exigido. Por fortuna la humanidad se libró de esos monstruos. Ahora la dictadura que corroe al fútbol es la de las ambiciones de la propia Fifa.

Por Nelson Fredy Padilla C.

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