Humanización de los servicios

Roberto Esguerra Gutiérrez
05 de mayo de 2013 - 06:00 p. m.

La preocupación por la humanización de los servicios médicos se inició en las décadas finales del siglo pasado, motivada por la publicación de algunas investigaciones que mostraron cómo, en EE. UU. y en Europa, las consultas a medicinas alternativas venían aumentando de manera vertiginosa, hasta el punto de sobrepasar en número a las consultas a los médicos de atención primaria de los sistemas de salud.

Cuando los investigadores profundizaron en la causa, constataron que los pacientes eran conscientes de que probablemente en la medicina alternativa no encontrarían la curación, pero en general se sentían mejor tratados. Igualmente coincidían en afirmar que ese mayor soporte humano contribuía de manera definitiva a su bienestar.

Son muchas las circunstancias que contribuyen a que la gente perciba los servicios de salud como fríos o distantes. Indudablemente, el entorno creado por los sistemas de salud abona un clima adverso que interpone barreras y dificulta la buena relación del médico con el paciente. Mucho se culpa también a la tecnología médica que de alguna manera puede interponerse entre el médico y sus pacientes. Simultáneamente, la limitación de la autonomía del médico y el énfasis sobre la productividad llevan a que se pueda dedicar mucho menos tiempo al ser humano que está enfermo, para centrarse primordialmente en la enfermedad que lo aqueja.

Es tal la preocupación por hacer más humana la atención hospitalaria que aun la misma arquitectura de los hospitales ha sufrido un vuelco profundo, para lograr que sean más gratos y menos fríos. Por ejemplo, hasta hace muy poco tiempo las unidades de cuidado intensivo eran espacios cerrados, sin ventanas, estrechos, inhóspitos, en donde sólo se permitía la visita de los familiares a sus seres queridos por unas pocas horas cada día. Hoy son lugares espaciosos llenos de luz natural, con habitaciones lo suficientemente amplias como para que pueda haber un lugar adecuado para que un familiar acompañe de manera permanente al enfermo que está en condiciones críticas.

La comunicación juega un papel central en la construcción de una buena relación del médico con el paciente, elemento central para la buena práctica de la medicina. Antes esta era una relación de sólo dos actores, pero hoy involucra a más gente, incluyendo a la familia del enfermo y a los integrantes del equipo de salud, lo que la hace más compleja, pero además tenemos que recordar que, con mucha frecuencia, también está interferida por los terceros pagadores.

Pilar esencial de la humanización es el respeto absoluto a la autonomía del paciente y a su derecho a tomar las decisiones en todo lo que tiene que ver con su vida, su salud y su muerte. Por eso es necesaria una actitud positiva del personal de salud en torno al respeto de esas decisiones y a facilitar su expresión mediante instrumentos como el consentimiento informado.

No basta con curar las enfermedades o las dolencias, tenemos que ayudar a sanar a los enfermos, proporcionándoles todo el conocimiento profesional, científico y técnico, al mismo tiempo que les brindamos el soporte humano indispensable para lograr la actitud y la fortaleza necesarias ante la adversidad de una enfermedad.

Lo importante es que la humanización de los servicios de salud no se convierta en una moda, en un eslogan que mejora la imagen o simplemente en un requisito necesario para obtener una certificación, sino que responda realmente a un sentimiento y a una actitud que brinde a los pacientes lo que como seres humanos esperan, mientras reciben el tratamiento médico que requieren.

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