Impulso renovado para acuerdo de déficit en EE.UU.

Columnista invitado EE
19 de febrero de 2013 - 10:41 p. m.

Alan Simpson y Erskine Bowles, el dúo que supervisa el déficit, compuesto por un republicano y un demócrata, están exigiendo un recorte adicional en el gasto y aumentos en los impuestos por US$2,4 billones.

Esto renueva su ánimo de empujar al Congreso y al presidente Barack Obama a que lleguen a un gran acuerdo para reducir la deuda de Estados Unidos.

La maniobra de Simpson, exsenador republicano de Wyoming, y de Bowles, jefe de gabinete de la Casa Blanca bajo la presidencia de Bill Clinton, se presenta 10 días antes de unos recortes automáticos al Pentágono y a otras agencias del Gobierno. Hay pocas señales de que ésto se vaya a detener.

Simpson y Bowles, que codirigieron la comisión fiscal bipartidista en 2010, tienen la esperanza de encontrar un punto medio entre muchos demócratas que creen que los Estados Unidos no necesitan de mucha austeridad adicional para estabilizar sus finanzas y se oponen a grandes recortes en programas sociales, y los republicanos que apoyan un agresivo plan para equilibrar el presupuesto dentro de una década, sin aumentar los impuestos.

Sin embargo, los esfuerzos de la pareja, que también lidera una coalición de ejecutivos empresariales que apoyan un acuerdo para el déficit llamado Arreglar la Deuda, hasta ahora han sido en vano. En lugar de un acuerdo comprensivo, el Congreso y la Casa Blanca han experimentado una sucesión de crisis presupuestales y aplazamientos. Los pasos para atacar el déficit han sido mediocres.

En enero acordaron aumentos sobre el impuesto a la renta en los hogares que perciben más de US$450.000 al año, y en agosto de 2011 habían apoyado una serie de límites al gasto discrecional para los próximos 10 años. Además iniciaron un proceso llamado “secuestro”, o recortes incluyentes al presupuesto que representan US$1,2 billones durante los próximos 10 años.

Ningún partido está de acuerdo con estos recortes, pero tampoco han logrado ponerse de acuerdo en cómo reemplazarlos.

 

* James Politi, Washington / Financial Times

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