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Indeciso Decisivo

Alberto Carrasquilla
10 de abril de 2014 - 04:00 a. m.

Las encuestas electorales muestran que el Presidente Santos está envainado y que la realidad dista enormemente de aquel panorama venturoso y de aquella mar serena que le auguraban los expertos hace un par de meses.

Muestran que seguramente perderá en regiones y en sectores de opinión muy importantes y, ante todo, que hay un margen significativo de votantes indecisos, incluidos parcialmente entre quienes hoy optarían por el voto en blanco. En ese entorno, el Presidente Santos lleva las de perder por dos razones. Una, ya los indecisos lo conocen perfectamente y, en consecuencia, ya todos estos ciudadanos se han formado alguna opinión fuerte y difícil de revertir, sea esa opinión favorable o desfavorable. No es aventurado decir que, dada la bajísima intención de voto que registra, cosa altamente inusual en candidatos a la reelección, su intención electoral solo resultará viable si hay una migración importante desde quienes hoy lo juzgan desfavorablemente hacia lo que podríamos llamar el “voto resignado” el 25 de Mayo.

Me parece, que la oposición podría mejorar su estrategia electoral en las pocas y cruciales semanas por venir de cara a las realidades que acabo de enumerar. En concreto, creo que el reto es competir limpiamente por aquellos votos que irán emigrando desde la indecisión hacia un sufragio específico, teniendo en cuenta que el mejor amigo del Presidente Santos será el “voto resignado”.

Al respecto, dos reflexiones. Primero, me parece equivocado darle tanta importancia a la idea de que el Presidente Santos “traicionó” el marco general de la política pública que lo eligió. Es cierto que entre el candidato oficialista de 2010 y el Presidente de 2014 hay insalvables cráteres conceptuales. Es cierto que resulta elemental recordar pasmosas contradicciones, empezando por aquella frase memorable, consignada en su discurso de posesión, según la cual les advertía a los grupos armados ilegales que: “mi gobierno estará abierto a cualquier conversación (…) eso si sobre premisas inalterables: la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación”. Mi punto, sin embargo, es doble. Uno, que se trata de un asunto ampliamente conocido y que nada le aporta al indeciso de marras. Para este ciudadano, la insistencia en un concepto tan cargado de imágenes personales y dolorosas como la “traición” colinda peligrosamente con una campaña negativa y repugnante, tipo JJ. Dos, que los colombianos tenemos una tendencia innata a simpatizar con el acusado, así la imputación sea cierta. Nos enfurece el matoneo. Me parece que la oposición puede estar perdiendo un voto indeciso cada vez que insiste en la vehemente reiteración de algo tan evidente como personal.

Segundo, creo que por más negativas que salgan las encuestas a través de las cuales los colombianos expresamos nuestra opinión sobre aspectos específicos del gobierno del Presidente Santos, lo cierto es que hay que reflexionar sobre la realidad de las cifras. Por ejemplo, a mí no me cabe duda que las cifras de empleo y formalización han mejorado mucho, no así la percepción de la gente acerca de la situación laboral del país. Me parece un error montarse en la presunción, siempre volátil, de las encuestas y no en la realidad de los números. No me parece equivocado plantear que en temas como el empleo la nueva administración, consciente de las últimas cifras, profundizará lo que está funcionando bien y modificará lo que no. Mas en general, me parece muy equivocado argumentar cosa distinta a la verdad de que la economía colombiana está funcionando razonablemente bien, que tiene desafíos importantes pero manejables por delante y que puede mejorar sustancialmente con un cambio de timonel. Al votante indeciso le basta mirar al vecino de al lado para darse cuenta de una realidad inocultable: el verdadero desastre económico es Venezuela, no Colombia. A ese votante no le resulta elemental  entender por qué diablos es que “para allá vamos” y ni siquiera le parece un tema relevante. Al fin y al cabo, si le pareciera relevante, hace rato se habría decidido.

Yo creo que la identidad de nuestro próximo Presidente se definirá mirando hacia adelante y no hacia esa distracción entretenida e inoficiosa que es el espejito retrovisor. Al indeciso decisivo no le gusta Santos. Pero tampoco es amigo de acabar con todo, reconoce y quiere exponenciar virtudes, al tiempo que prefiere tolerar la ineptitud reinante antes que consagrar en las urnas una bandera que percibe negativa y personal. 

@CarrasqAl

 

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