Iñigo

Enrique Aparicio
19 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

No señor, no se trata del centro delantero vasco del Real Madrid, ese es Cristiano, que tampoco es vasco sino portugués.  A Iñigo de Loyola le encajaron un cañonazo –bala de cañón- durante  la defensa de Pamplona que lo tuvo al borde de la muerte. 

Llegué a la ciudad de Azpeitia por pura coincidencia del destino.  Dejando de lado el aspecto religioso, la fuerza y persistencia de Ignacio, quien nació en esta ciudad, me sorprendieron.

Me estoy refiriendo al entrenador más importante de las milicias católicas, cuyo equipo está muy por arriba del resto: los jesuitas cuentan con unos 18000 miembros.  En otros tiempos alcanzaron 36000.  El centro neurálgico de la Compañía de Jesús es la ciudad de Azpeitia- localizada en el país vasco.   Allí está el Santuario de Loyola con la bella basílica construida en honor de San Ignacio – ver You Tube.

Vayamos a lo concreto. Iñigo (1491-1556) conmovió al entorno de su momento y creó mucha polémica dentro de los de su clase -la gente con poder y billete-, al buscar servir a los pobres.  Antes los pobres eran pobres y los ricos eran ricos y que un noble decidiera darle una mano ejemplar al pobre contradecía los preceptos de su linaje.  Sin embargo Iñigo se le midió al tema.  Hagamos el siguiente simil en el mundo contemporáneo para poder explicar lo que quiero decir:  El Vaticano actual con la rosca de la curia, son la gente del billete, y son testigos que uno de los suyos decide meterse con los pobres con ideas de expander la humildad y la conciencia de ayudar al prójimo que sufre, lo que levanta ampollas en las mentes acolchonadas y sordas de quienes se dicen seguidores del nazareno.  Este hombre, el de la polémica, en el siglo XXI se llama Francisco.

Sigamos , Ignacio de Loyola, en su juventud (fue el menor de trece hermanos) estuvo como aprendiz del contador mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuellar.  A la muerte de éste, las circunstancias lo llevaron a prestar sus servicios al Virrey de Navarra.

Iñigo no solo era un tipo inteligente, bravucón y conquistador, sino que por sus ideas y amigos, algunos considerados herejes, se metió en varios líos durante su vida.

Volvamos al cañonazo que le iba destrozando las piernas. Se cuenta que en esa época, Iñigo, como hijo de noble, estaba preparándose para seguir el papel de los de su linaje.  Uno de ellos era el arte de la guerra y su parte militar.  Con gran idealismo en 1521 prometió que saldría victorioso o  no saldría vivo en la defensa de la fortaleza de Pamplona.  En esa batalla, la bala que destrozó una de sus piernas y dejó maltrecha la otra lo mantuvo al borde de la muerte pero del bando contrario se apiadaron de él por su arrojo y valentía y lo trasladaron al castillo de los Loyola, donde permaneció hasta su recuperación.  La historia menciona que fue allí donde inició su conversión, durante su convalecencia, inspirado en la lectura de escritos sobre la vida de Jesús, en lugar de los libros sobre caballería a los que era aficionado.  En el You Tube podrá ver la casa original.  Recordemos que Ignacio nació ahí en 1491 un año antes del descubrimiento de América.  

Además de la basílica, tuve la suerte de recorrer y visitar varias salas del Santuario y el comedor, muy antiguo pero que todavía está en uso para quienes viven en sus instalaciones y para visitantes jesuitas que llegan de todas partes del mundo para ejercicios espirituales.

La iniciación de la Compañía de Jesús se sucede en Francia en 1534 durante sus estudios en París, una vez recuperado de sus heridas de guerra.  Decidió fundarla junto con varios amigos: Pedro Fabro, Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Nicolás Alfonso de Bobadilla.

Previamente Iñigo había cursado estudios también en Barcelona, Alcalá, Salamanca y Venecia.  A lo que voy con esta mención de estudios es que nadie podrá negar el valor de la cabeza que los jesuitas han dado a su formación, comenzando por Iñigo.

La historia, en el aspecto religioso, vivía momentos de confusión  Emergió la Reforma Protestante con sus líderes Martín Lutero y Juan Calvino, quienes en resumen reaccionaron frente a las formas y pensamiento de la  Iglesia.  A su vez el catolicismo, con el Papa a la cabeza, respondió con la llamada Contrarreforma, donde los jesuitas, entre otras órdenes, se pusieron al servicio de la Santa Madre Iglesia para reorganizar el gran poder católico afectado por los reformistas y sus adeptos.  Hay alguna literatura donde se menciona que Ignacio era partidario de los castigos extremos a los llamados herejes, o sea a los reformistas. La inquisición, creada en la época del reinado de Fernando e Isabel – la de las joyas cedidas para que Colón descubriera otro camino hacia las Indias-, comenzó a trabajar las 24 horas para encontrar a quien caerle.  

Avanzando siglos en la línea del tiempo, parece que es vox populi que Francisco hubiera podido ser Papa antes, en lugar de Ratzinger, pero por razones de comunicación con su superior jesuita tuvo que declinar su nombramiento en esa ocasión.  Vaya uno a saber.

San Ignacio murió en la ciudad de Roma en 1556 y fue canonizado en 1662.  Su legado se ha sentido a través de los tiempos y la historia.

El You Tube muestra la hermosa basílica, la casa donde nació, los cuartos, etc. y el comedor que actualmente utilizan los sacerdotes y visitantes de la orden.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar