El Consejo Nacional de Estupefacientes de Colombia aprobó la suspensión del uso de glifosato, un potente herbicida usado para eliminar cultivos ilícitos y que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede producir cáncer, agregando un nuevo elemento en la cadena de desinformación y contradicciones, de agravios y descalificaciones entre los funcionarios del Estado, que ha caracterizado la discusión que generó esta propuesta del ministro Gaviria.
La sociedad civil está atónita cuando el procurador señala al presidente de “culipronto”, por acoger la recomendación de Gaviria sobre la suspensión de las aspersiones aéreas del fumigante, y el ministro revira tildando al procurador de exhibir “deshonestidad intelectual”, por referirse parcialmente a un concepto del Instituto Nacional de Salud.
Gaviria se expuso a que su veredicto se le devolviera, porque el ministro estaba informado de las consecuencias perjudiciales del glifosato en la salud humana, antes de ser designado ministro en 2012 y solo, tres años más tarde, desató la polémica sobre el tema.
En efecto, Gaviria fue coeditor con Daniel Mejía en 2011, del libro Políticas antidrogas en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, en el que se plantea la ineficacia y los riesgos de las aspersiones con el pesticida. Sabía que el ciudadano Alfonso Guerra, habitante de la vereda José María Hernández del Putumayo, denunció haber perdido a su hijo, quien bebió agua después de una fumigación.
En agosto del año pasado, en la conmemoración del asesinato de Luis Carlos Galán, Mejía presentó, en presencia del ministro Gaviria, sus hallazgos investigativos sobre las lesiones dermatológicas y la ocurrencia de abortos en Nariño y Putumayo, atribuibles a las aspersiones del glifosato.
El 25 de marzo de 2015, Daniel Mejía al recibir un premio por su trabajo investigativo en el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas, CEDE, de la Universidad de los Andes, agradeció el apoyo de Alejando Gaviria, mientras fue decano de Economía de esa universidad. Es decir: conocía los resultados de los estudios de Mejía.
Gaviria era el ministro de Salud, cuando el gobierno de Santos prefirió indemnizar con 15 millones de dólares, al del Ecuador, para que este retirara la demanda contra Colombia por los daños infringidos a los habitantes fronterizos de ese país con las fumigaciones desde nuestro territorio.
Es evidente que el ministro disponía desde hace años de pleno conocimiento documentado sobre los efectos en la salud de los colombianos de la aspersiones con glifosato, pero se lo reservó para divulgarlo cuando se le cruzara la oportunidad política para hacerlo.
Los analistas de la estrategia del ministro al utilizar el Plan Nacional de Desarrollo para imponer sus reformas a favor de la EPS y en contra de la reciente Ley Estatutaria, interpretan que las discusiones del glifosato y de la eutanasia fueron la argucia para desviar ante la opinión pública el debate sobre lo que se aprobó en detrimento de la salud de los ciudadanos, en el PND.
Parche 1. Los delegados de la Procuraduría que inspeccionaron el Ministerio de Salud, encontrarían el contrato entre ese ministerio y Caracol, para las cuñas comerciales en el noticiero de las mañanas?
Parche 2. Tan deplorable es la salida del gobierno de Diego Molano, ministro estrella de TIC, como el nombramiento de Luna para sucederlo.
Parche 3. Al presidente le corresponde conducir “a la nación en la tarea de superar nuestra profunda crisis espiritual, que se manifiesta continuamente en la violencia contra la vida: la inequidad, la exclusión, la corrupción y la impunidad”. (Francisco de Roux).
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