La campaña

Nicolás Uribe Rueda
25 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

Se aproxima el período electoral  y con él deberá irse decantando el listado de al menos 20 candidatos que hasta la fecha han manifestado abierta o soterradamente su interés por reemplazar a Santos en el 2018. Las señoras y señores Cárdenas, Córdoba, Cristo, De la Calle, Duque, Fajardo, Galán, Holmes, Iragorri, López Hernández, López Obregón, Ordóñez, Petro, Pinzón, Ramírez, Ramos, Robledo, Vargas, Velasco y Zuluaga, en orden alfabético, se aprestan a iniciar la etapa preelectoral para llegar bien posicionados a la primera vuelta en mayo del año entrante.

Y aunque la campaña formalmente no ha empezado, no es difícil predecir los atributos de una etapa que nos conducirá a un escenario de mayor polarización y descrédito institucional. Esta será una carrera de resistencia, donde se pondrá a prueba la capacidad de cada candidato para aguantar ataques, contestar mentiras y no caer en provocaciones. El que no tenga el cuero capaz de resistir lo que se viene, es mejor que se vaya retirando, porque esta va a ser una contienda en donde el juego sucio será el pan de cada día. Los insultos disfrutarán de mayor tribuna pública que las ideas, y los electores tendrán pocas oportunidades de entender cuál es la posición de cada candidato frente a los asuntos de relevancia nacional. Veremos una campaña calcada a la del plebiscito, con verdades a medias y manipulaciones, con argumentos mayoritariamente desconectados de las necesidades y preocupaciones de la gente. A mi manera de ver las cosas, este será un período electoral de propuestas populistas, y encontrarán suelo fértil entre sectores amplios del electorado algunas teorías que, en vez de resolver, incitan los problemas. Se radicalizarán posiciones anti sector privado, se maltratará la inversión y se incrementará el discurso radical que anda promoviendo la corporativización de la política. La paz y las Farc serán claramente un eje central de los debates, y la buena o mala marcha de la justicia especial y el cumplimiento de lo acordado impulsarán o harán daño a cada cual, dependiendo de su posición frente al proceso.

Por cuenta de la pifia generalizada de los medios de comunicación y de las encuestadoras que midieron la opinión durante el plebiscito, unos y otras serán vistos con recelo y desconfianza. Habrá que ver qué nos inventamos para acertar en los análisis y cómo se fundamenta una lectura real del clima de opinión. Ahora bien, lo que está por verse es cuál será el factor esencial que permitirá conformar las coaliciones, condición ineludible para llegar a la victoria: ¿será la paz? ¿Será el antiuribismo o el antisantismo? ¿Serán las actuales disputas o las viejas amistades? ¿Será simplemente el pragmatismo electoral?

En lo que sí deberíamos ponernos ya de acuerdo es en exigir a los candidatos no sacrificar el país para promover su candidatura, entre otras cosas, para que puedan luego llegar a gobernarlo. En 2018, Colombia requiere un presidente íntegro, capaz de liderar las reformas necesarias para recuperar la confianza y credibilidad en las instituciones.

@NicolasUribe

 

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