La división y los medios

Luis Carlos Vélez
10 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Hoy más que nunca está claro que el país está dividido. Tras ocho años de gobierno de Juan Manuel Santos y una intensa oposición de Álvaro Uribe que tuvo como trasfondo el proceso de paz, ahora con unas Farc parcialmente en la democracia, vivimos en un escenario de división entre la izquierda y la derecha. Es otro resultado, ni mejor ni peor, de no estar en medio de una guerra contra la guerrilla. Un producto adicional de no tener un enemigo común y de haberle quitado el componente de beligerancia a la izquierda. Un nuevo escenario que nos pone a prueba a todos.

El más reciente caso de actualidad nacional lo pone en evidencia. Para la izquierda, el llamado “petrovideo” es producto de una trama de la derecha para desaparecer políticamente a uno de sus más importantes exponentes, una cortina de humo para enterrar el escándalo de Odebrecht, un conjunto de imágenes sin explicación certera sobre lo que está ocurriendo y hasta una escena blanda que lo que realmente muestra es la precariedad de recursos con la que el candidato Petro ha tenido que luchar para mantenerse en la batalla política enfrentando las maquinarias tradicionales. Para la derecha, se trata de una prueba fehaciente de corrupción, una muestra de posibles vínculos del ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña y hasta el preludio de más videoescándalos por venir.

Poco hay del reconocimiento de que se trata de un video al menos comprometedor que el senador no ha podido explicar a cabalidad. Y mucho menos la admisión de que si esa escena hubiera sido protagonizada por alguien del Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido Liberal o Conservador, ya hubiera muerto políticamente y las columnas de opinión, investigaciones y caricaturas hubieran abundado este fin de semana.

La verdad es siempre la sacrificada en estos escenarios de guerra ideológica. Una que se ve sepultada en medio de la virulencia y manipulación de las redes sociales. Sobre este tema, la revista Paper entrevistó esta semana a 42 periodistas de televisión y radio que cubren política en EE. UU. y sus conclusiones son fácilmente aplicables en nuestro país:

“La gente solo cree en noticias que confirman sus sesgos políticos. La parte frustrante es que no creen en los hechos que no apoyan su ideología. Eso no es solamente malo para el periodismo, es malo para el país”, aseguró Don Lemon, periodista de CNN.

“En momentos partidistas, las voces extremas tienen el megáfono más sonoro. Normalmente, la verdad está en mitad”, afirma Bill Hemmer, de Fox News.

“Estamos en una era en la que las mentiras son más frecuentes y descaradas y los parámetros básicos del periodismo y la decencia son transgredidos. Es importante para los periodistas dar un paso a favor de los hechos y la decencia, mientras nos mantenemos agnósticos frente a la política”, sostuvo Jake Tapper, de CNN.

Por eso, ante este escenario de impulsos y extremos y la ansiedad de no pertenecer a los bandos populistas de los clics, likes y retweets, es importante tener en cuenta esta conclusión de David Muir, de ABC: “Siempre debemos estar conscientes al reportar que le estamos hablando a una nación dividida. Por lo que tenemos que dar constantemente señales de que estamos haciendo preguntas para todos”. A lo que adiciono, porque si los periodistas llevamos a la sociedad a la esquizofrenia de las redes y el populismo mediático, seremos inevitablemente partícipes del entierro de la verdad y el activismo mesiánico. Si la verdad es una pareja con la que se baila en soledad, bienvenida la orquesta para que nos quedemos solos.

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