La gestión del territorio

Alejandro Reyes Posada
08 de abril de 2017 - 02:30 a. m.

No hay desastres naturales sino comportamientos de las fuerzas de la naturaleza. Hay desastres cuando la población destruye las coberturas boscosas protectoras que regulan las cuencas hídricas y moderan los fenómenos climáticos. La de Mocoa fue una tragedia prevista y anunciada, como puede ocurrir en otras 60 cuencas, cuyos ríos encañonados se pueden cargar con los materiales de arrastre sueltos, producto de la deforestación y la erosión de suelos, para descargarlos como avalancha de lodo y piedras sobre las poblaciones que construyeron en sus rondas, donde la tierra no debe ser urbanizada por el riesgo de arrasamiento y donde, por ser gratis, se asientan los desplazados de la pobreza y la violencia. Los desastres son el resultado de una mala distribución y uso del territorio. El próximo puede ser una avalancha del río Hacha, cuya cuenca está siendo deforestada, sobre el casco urbano de Florencia, localizada al pie de la cordillera oriental.

Colombia logró construir un sistema sólido de atención de emergencias como reacción a los desastres y comienza a dar pasos para la prevención al crear los Planes de Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas, POMCAS, a cargo del Fondo de Adaptación, a su vez creado para atender las obras de reconstrucción y prevención requeridas por La Niña del 2010-2011, que inundó la Costa Caribe. La pregunta es: ¿cuenta el país con el conocimiento y la capacidad para zonificar las cuencas y trazar los lineamientos para restablecer sus condiciones de funcionamiento?

En 2010 el país terminó los estudios generales de suelos, a escala 1:100.000, pero solo hay estudios semidetallados, a escala 1:25.000, en un 15 o 20 % de la superficie del país. Estos últimos son necesarios para ordenar el uso de las cuencas. Una fórmula alternativa para suplirlos fue propuesta por uno de los más respetados especialistas en suelos del país, el profesor Abdón Cortés, y fue acogida como protocolo oficial por Minambiente. Se trata de combinar toda la información física disponible y hacer el reconocimiento directo por edafólogos entrenados, con la interventoría del Fondo de Adaptación.

¿Tiene Colombia la masa crítica de expertos en suelos para realizar la tarea? El IGAC tuvo hasta 1985 una buena capacidad para hacer estudios de suelos con el CIAF, Centro Interamericano de Fotointerpretación, con apoyo de Holanda, pero desde entonces ha ido perdiendo su capital humano de edafólogos, que la Universidad Jorge Tadeo Lozano dejó de formar hace unos diez años.

Hoy, cuando el país necesita hacer una zonificación seria de sus cuencas, la situación es lamentable. Se están haciendo 60 estudios de suelos sin edafólogos, por firmas de consultoría privadas, interesadas en aumentar sus ganancias, con profesionales de carreras afines como agronomía, ingeniería catastral y otras, que no conocen los suelos ni pueden clasificarlos.

El Fondo de Adaptación tampoco tiene personal científico experto en reconocimiento de suelos y su interventoría es, por tanto, un filtro muy débil frente a las firmas consultoras. Es urgente ponerle seriedad al orden de prioridades: primero debe convocarse a los edafólogos expertos del país para que entrenen una nueva generación capaz de identificar los suelos, y con ellos deben hacerse los estudios de las cuencas, para zonificar las áreas que requieren recuperación de la cobertura boscosa y regular el uso de las restantes, excluyendo las pendientes y taludes. Con estudios superficiales y fraudulentos sin supervisión no puede garantizarse que funcionen los planes de ordenamiento de las cuencas ni desactivarse las avalanchas que amenazan a los pobres urbanos.

alejandroreyesposada.wordpress.com

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