La nueva Feria del Libro

Manuel Drezner
02 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.

El inicio de la nueva Feria del Libro permite hacer algunas consideraciones que, de ser tomadas en cuenta, serían aún mucho más atractivas. El gran problema que tiene es que después de tantos años la Feria no ha sabido encontrar su camino. No se trata de una feria puramente profesional, como la de Fráncfort o el Bookexpo de Estados Unidos, o una feria combinada para profesionales y gran público, como las de Buenos Aires o la de Guadalajara. Estas últimas tienen sus tres primeros días dedicados exclusivamente a compradores profesionales y el resto del tiempo los particulares pueden visitarlas para encontrar las publicaciones que deseen.

En Bogotá han tratado de hacer una combinación de las dos, con acceso simultáneo tanto de profesionales como de público, con el resultado de que a ninguno de los dos se les puede atender como se merecen. De hecho, se ha visto que en ocasiones el atractivo de un bloguero elimina el acceso tanto a profesionales como a público, en perjuicio evidente de los expositores. Lo ideal, entonces, sería imitar a las ferias argentinas y mexicanas, con tres o cuatro días dedicados a profesionales y el resto del tiempo abrir las puertas a los compradores privados de libros.

Hay otros elementos que se deben tener en cuenta. Muchas veces la Feria está invadida por hordas de estudiantes de colegios que poco provecho sacan de esa visita y que perjudican tanto a exhibidores como a quienes tienen auténtico interés por los libros, quienes muchas veces no se pueden abrir paso entre muchachos que ni siquiera saben para qué los trajeron. Para el nivel adquisitivo de la mayoría de la gente, el precio de entrada es exorbitante y aleja a muchos clientes interesados. El valor de la entrada se debería rebajar o dejar que parte de él fuera posible abonarlo a la adquisición de alguna publicación.

Por otra parte, se debería crear una serie de atractivos adicionales. Por ejemplo, en todas las ferias, aún las exclusivamente profesionales, consideran a la música en la forma de disco como el gran complemento del libro y las grabaciones alternan con las publicaciones editoriales, y esto logra el milagro de que, al haber mayor oferta, hay más público interesado en asistir al certamen. Hoy día existe una inexplicable prohibición a la venta de música. Además, muchos amantes de los libros creen que las librerías de viejo, donde muchas veces hay joyas bibliográficas que ya no se consiguen por otro lado, deberían tener su puesto. Esto sin duda agregaría al interés y atractivo hacia los libros que una feria debe tener.

La Feria del Libro de Bogotá es un importante hecho cultural, como lo demuestra el inmenso interés que crea, pero no cabe duda que el número de visitantes aumentaría considerablemente si se consideraran estas sugerencias.

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