La nueva normalidad

Luis Carlos Vélez
13 de septiembre de 2015 - 08:12 p. m.

El ajuste económico que Colombia está empezando a sufrir indica que no se trata de algo temporal, sino que enmarca la nueva normalidad. Un dólar cerca los $3.000 es una de las señales más claras de este nuevo escenario. Me explico.

La correlación de precios del crudo con el valor del dólar en nuestro país es muy alta. En un escenario donde no se vislumbra en el mediano plazo un incremento de los precios y en el que incluso firmas como Goldman Sachs no descartan que el barril pueda caer hasta los US$20, no hay mucho espacio para una recuperación de la divisa colombiana.

A eso se suma que Colombia es un país petrolero sin petróleo. A un precio internacional tan bajo se hacen menos viables las exploraciones y explotaciones de alta inversión, ya que sus márgenes no son rentables. Así las cosas, se entiende que Ecopetrol esté ampliando sus horizontes y buscando crudo en lugares donde sea viable financieramente.

Del lado de la inversión extranjera y el atractivo que tiene nuestro país a nivel internacional, también parece que los vientos soplan en contra. Esta semana será determinante lo que ocurra con la Reserva Federal de EE.UU. Nadie sabe a ciencia cierta si subirá o no sus tasas de interés. El problema es que, si las cosas se quedan igual, no hay mejora tangible para Colombia, y si las suben, pues el escenario puede volverse peor, ya que esto abriría las puertas a que los capitales extranjeros aumenten la velocidad en que están abandonando las economías en vía de desarrollo para ubicarse en EE.UU.

Y por último, el tema de Brasil es muy preocupante. El hecho de que su grado de inversión haya sido reducido a basura esta semana por parte de Standard & Poor’s debe prender las alarmas en toda la región. Según un reciente reporte de Reuters, los inversionistas globales consideran a Brasil el primero de varios ángeles caídos. Para muchos esta nueva normalidad también les cortará las alas a Rusia, Sudáfrica y Turquía. Incluso en ese mismo análisis se destaca que las llamadas permutas de incumplimiento crediticio (credit default swaps) están revelando en sus precios una posible reducción en las calificaciones crediticias de Colombia, Kasajistán y Baréin.

En un escenario internacional donde se tiende a generalizar tan fácilmente por regiones, es determinante crear una narrativa en la que sea fácil diferenciar a Colombia. Es por eso que otro efecto colateral de esta crisis fronteriza con Venezuela y la naciente con Ecuador podría ser otro lunar en nuestra percepción financiera global. Percepción a la que tampoco benefician los constantes escándalos de corrupción, choques de trenes, insultos entre los entes de control y todo lo propio del folclor político nacional, sobre todo en época de elecciones.

Es entendible que, de dientes para afuera, nuestras autoridades económicas mantengan un discurso positivo y optimista, pero ojalá la preocupación sobre estos temas ocupe la agenda interna más allá del juego propio de la política local, que tan mezquina y dañina se ve, comparada al muy complicado y pesado escenario global, que acecha tan sólo a la vuelta de la esquina.

 

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