Publicidad

La pérfida memoria de Cartagena

Daniel Emilio Rojas Castro
18 de agosto de 2015 - 02:26 a. m.

La memoria histórica de una ciudad está en sus habitantes, no en sus monumentos.

Durante la visita del príncipe Carlos de Inglaterra a Cartagena, en noviembre del año pasado, se instaló una placa conmemorativa en honor de “todos los que perdieron la vida” en la fallida invasión que el almirante inglés Edward Vernon dirigió contra la ciudad en 1741. No vale la pena recordar los detalles de lo que sucedió, pero el homenaje fue condenado instantáneamente por quienes vieron en el desafortunado tributo una muestra de ignorancia y servilismo de las autoridades cartageneras hacia los ingleses.

La decisión fue sancionada por el alcalde de la ciudad, Dionisio Vélez, y todo parece indicar que la redacción del texto estuvo a cargo de la Corporación Centro Histórico de Cartagena. En medio del revuelo mediático provocado por la decisión, me pregunté cuántos especialistas en temas patrimoniales había en la junta de la corporación, pues me parecía difícil imaginar que un profesional en la materia no hubiese previsto las consecuencias que tendría la instalación de la placa en la opinión nacional (o al menos en la de sus colegas). La respuesta a la pregunta explica parte del problema, e incluso dice más.

En la junta directiva de la corporación se encuentra representada la Alcaldía, el Reinado Nacional de la Belleza (que tiene el mismo domicilio que la corporación), FENALCO y la Sociedad Portuaria de Cartagena. No hay conservadores, historiadores o urbanistas, es decir, no hay especialistas que respalden con su trabajo la recuperación y la conservación cultural del centro histórico de la ciudad y de su entorno (dos de los objetivos que figuran en la declaración de principios de la entidad). Más que a las numerosas y titubeantes declaraciones del alcalde y de Sabas Pretelt, los cartageneros debieron haberle prestado atención a ese hecho elemental, pues fueron ellos quienes pagaron con sus impuestos la creación de la corporación.

Posar en una foto junto a un príncipe inglés fue un error menos grave que concentrar la atención en el desatino de un alcalde sin pensar en la cadena de personas que respaldaron la decisión. El presidente de un reinado y el representante de una sociedad portuaria pueden tener algo que decir sobre la memoria cartagenera, pero su opinión frente a la tribuna pública y frente al Estado no puede valer más que la de un profesional en la materia.

Me resulta difícil creer que instalar una placa con el nombre de Vernon aumentase el flujo de turistas ingleses a Cartagena, tal como Pretelt lo mencionó en una de sus declaraciones. Pero si ese era el objetivo, creo que también lo buscaron mal.

Un monumento que subraye aspectos memoriales para atraer visitantes no tiene ningún sentido si no se concibe dentro de una estrategia turística de mediano plazo, y a través de un consenso con los habitantes de la ciudad (son ellos quienes alimentan el mito que atrae a los visitantes). Antes que en placas, edificios o ceremonias la memoria de las ciudades está en sus habitantes. Este hecho elemental que no fue tomado en cuenta en todo este asunto es, como dirían los ingleses, una cuestión de sentido común.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar